El autoabastecimiento es una excelente forma de reducir la factura de la cesta de la compra, especialmente la de productos básicos como frutas y verduras, con algo muy sencillo: aprovechando cualquier espacio disponible en balcones, terrazas, azoteas u otras superficies urbanas para cultivar uno o más alimentos.

Al recolectar fácilmente desde casa (o cerca de ella) y asegurar que ese cultivo está libre de pesticidas y fertilizantes no naturales, entre otras sustancias, aumentamos la calidad y el sabor de nuestros alimentos, abaratamos la factura del súper y generamos pequeños sumideros de CO2, tan necesarios en las grandes urbes.

No importa el tamaño: si el huerto ocupa una pequeña jardinera, una mesa de cultivo o se extiende en una parcela. Podemos llamar huerto urbano a toda aquella superficie de tierra que, en el contexto urbano, es destinada a cultivar verduras, hortalizas o plantas aromáticas, por lo general, para el autoconsumo propio o de la comunidad.

El acolchado del huerto puede aumentar significativamente la productividad de una parcela urbana gracias a su influyente rol en la optimización de diversos factores clave del crecimiento vegetal. En primer lugar, el acolchado ayuda a retener la humedad del suelo, minimizando la pérdida de agua por evaporación y permitiendo un uso más eficiente del riego. 

De esta manera, las raíces de las plantas disponen de un suministro constante de agua, favoreciendo un crecimiento sólido y saludable. Además, el acolchado impide la luz solar directa al suelo combatiendo la germinación de las malas hierbas que compiten por los nutrientes.

El acolchado orgánico, al descomponerse, enriquece el suelo con nutrientes esenciales. Este enriquecimiento no sólo fomenta un buen crecimiento vegetal, sino que aumenta rendimiento y calidad de la cosecha, dando como resultado un huerto urbano más productivo.

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