Bienvenidos una vez más a nuestro espacio agrícola. En esta oportunidad vamos a estudiar cómo cultivar sandía. Vamos a viajar hasta sus orígenes ancestrales para comprender mucho mejor su comportamiento y de esta manera, hoy podremos conectarnos más sabiamente con un cultivo que nos va a ofrecer óptima calidad y productivos resultados. Estudiaremos todo el contexto de estos refrescantes frutos, desde sus características agronómicas, su proceso de sembrado, cómo cosecharla, almacenarla, y su evolución en formas, tamaños, colores y variedades que hoy en día tenemos a nuestra disposición.
Además, la sandía es una planta fácilmente cultivable tanto en campo abierto como en espacios reducidos, y en todos estos casos nos aporta grandes dividendos y enorme satisfacción. Otra oportunidad para seguir caminando por este vasto y hermoso mundo del cultivo y la sostenibilidad.
Antecedentes históricos de la Sandía.

Su nombre científico es Citrullus Lanatus. La sandía es una fruta con un pasado milenario y siempre cultivada y apreciada desde su aparición en las antiguas civilizaciones africanas y asiáticas principalmente.
A lo largo de la región noroeste del continente africano se muestra por primera vez como fruto silvestre, aproximadamente 4.000 años atrás. En varias tumbas egipcias de la región de Saqqara, encontramos representaciones pictóricas en algunos murales así como restos de semillas en ofrendas funerarias.
En sus orígenes africanos, la sandía aparecía como una especie con sabor amargo e insípido, pero muy valorada por su alto contenido en agua, por lo cual, su proceso de domesticación se basó en mejorar su dulzor, agrandar su tamaño e intensificar su color para hacerla más atractiva a la vista y al paladar.
Poco a poco, cultivar sandía se va convirtiendo en una actividad agrícola con gran popularidad debido a la apertura progresiva de las rutas comerciales y las migraciones, llegando a India en el Siglo VII y posteriormente a China; hoy en día este último es el mayor productor de sandía a nivel mundial.
Esta extensión agrícola y comercial se va desplegando hacia las regiones del Mediterráneo y hasta el mundo islámico. En el Siglo X cultivar sandía era muy común en la península ibérica. Ya se le conocía con el nombre de Sindiyyah, «procedente de la región de Sindh», una provincia en el sur de Pakistán donde se cultivó y expandió continuamente, y en el contexto agrícola, especialmente en el mundo árabe y en países con influencia islámica, «Sindiyyah» se usaba a menudo para referirse a la sandía.
En los climas cálidos y tropicales del continente americano, se comienza a cultivar sandía a partir del Siglo XVI, sobre todo hacia el norte de américa donde se hizo muy popular, y ya para el Siglo XX se desarrollaron múltiples variedades híbridas que consumimos y apreciamos a todo lo largo de nuestro planeta.
https://es.wikipedia.org/wiki/Citrullus_lanatus
Características agronómicas y morfológicas de la Sandía.
Comencemos por conocer que la sandía es una cucurbitácea de ciclo anual. ¿Qué significa esto?
El latín «cucurbita» significa calabaza o botella, y esta es la forma tanto de la sandía (Citrullus lanatus), como del melón (Cucumis melo), la calabaza (Cucurbita spp.), el pepino (Cucumis sativus) y el calabacín (Cucurbita pepo). Generalmente son frutos de gran tamaño y crecimiento rastrero o trepador, formando tallos largos y ramificados que pueden superar los 3 metros de longitud. Desarrollan zarcillos para expanderse, desarrollarse y fijarse al entorno y así poder darle a sus brotes más seguridad, estabilidad y solidez.
La sandía es un fruto anual pues su tiempo de vida se cumple al cabo de completarse un año agrícola. Esto implica que germina a partir de la semilla, comienza su crecimiento vegetativo desarrollándose hasta generar floración, produce frutos, las semillas maduran y caen, y al término de este ciclo la planta perece. Entonces tendremos que repetir el proceso de cultivo a partir de nuevas semillas. Es por esto que las características específicas de cada variedad van a definir su comportamiento y adaptación al entorno que hayamos escogido para el sembrado, y el nivel de rendimiento que pueda lograr cada planta.
Su sistema radicular comprende una raíz vertical y profunda que va a producir raíces secundarias más superficiales. La raíz profunda va a requerir más de 1 mt hacia abajo y en suelos sueltos y bien drenados para que pueda crecer robusta y logre proporcionar estabilidad al resto de la estructura de la planta, en tanto que las raíces secundarias se van a prolongar a 30 o 40 cm, y son responsables de la absorción de agua y asimilación de nutrientes.
El tallo de la sandía es flexible y se extiende a partir de estructuras filiformes (en forma de hilos enroscados que nacen a partir de los nudos). Generan brotes secundarios a lo largo del tallo principal que puede tener tonos verde oscuro o claro y puede alcanzar una longitud superior a los 3 mts; esto va a depender de la variedad y de las condiciones nutricionales del suelo.
El sistema foliar es de gran tamaño, en forma de palma y lobuladas, con el fin de captar la luz solar necesaria para el desarrollo de cada planta y para mantener en equilibrio el nivel de temperatura de toda la estructura. Las hojas son indicadores visuales que nos avisa si nuestro sembrado presenta signos de estrés hídrico o carencias nutricionales.
Las flores son masculinas y femeninas, ubicadas independientes en la misma planta. Las flores masculinas aparecen primero y en mayor número; son pequeñas y presentan estambres. Las flores femeninas aparecen en menor cantidad y tienen un ovario inferior reconocible a simple vista y serán los frutos. Generalmente la polinización se lleva a cabo por intervención de insectos y abejas.
Los frutos de la sandía son bayas con piel gruesa, lisa o ligeramente rugosa, de tonos verdes con vetas. La pulpa, jugosa y dulce, puede ser roja, amarilla o naranja, de acuerdo a cada variedad, y sus semillas son grandes de color negro o marrón. Debemos evitar que nuestros frutos entren en contacto con el suelo, pues esto puede generar podredumbre, malformaciones y enfermedades fúngicas. Para esto vamos a extender el acolchado de papel biodegradable después de preparar el suelo y antes de hacer el trasplante o la siembra de semillas, y mantendremos el suelo con niveles correctos de humedad y protegidos de malas hierbas, hongos y tendremos la garantía de producir sandías sanas, robustas y de excelente calidad.
Variedades para cultivar Sandía.
Revisemos los tipos de sandía que tenemos a nuestra disposición hoy en día, por selección natural o intervención agrícola y genética:
Variedades de sandía por tipo de semilla.
Aquí debemos analizar la sandía diploide (CON semillas) y triploide (sin semillas), pues de esta diferencia va a depender el diseño de cultivo, la polinización adecuada y los requerimientos que vamos a tener en cuenta para dibujar nuestro mapa de ruta agrícola.
Si elegimos cultivar sandía con semillas, diploide, debemos saber que son fértiles, lo que quiere decir que sus semillas serán utilizables para posteriores siembras. Estas semillas son de color negro, marrón y blanco, fáciles de sembrar y sin necesidad de polinizar.
La sandía sin semillas, triploide, se originan por un cruce entre los dos tipos (diploide y triploide), y sí requieren un polinizador diploide o planta fértil para formar los frutos. Tienen alta demanda a nivel comercial pero mayor complejidad en cuanto a la técnica de cultivo, por lo cual, previamente habrá que planificar cuidadosamente todo el proceso de sembrado.
- Ahora bien, si nuestro objetivo es cultivar sandía en huertos domésticos y urbanos, nos conviene seleccionar sandías diploides, con semillas y de fácil manejo, como las variedades Sugar Baby o Moon and Stars, que estudiaremos a continuación.
- En caso de proyectar un cultivo a gran escala, elegiremos sandías triploides, sin semillas, como la variedad Fashion, y que en general tienen alta demanda en el mercado.
- Si buscamos cultivar sandía con propósitos ecológicos, las variedades diploides son la mejor opción por su facilidad de adaptación y diversidad genética.
Variedades de sandía por la forma de su fruto.
La forma también importa. Visualmente nos atrae una sandía de colores atrayentes y tamaños apetecibles. Esto tiene implicaciones agronómicas como la genética de la planta, la variedad seleccionada y el manejo agronómico que se ha realizado. Estudiemos.
Sandías redondas o globosas:
Convenientes para cultivar en huertos domésticos y urbanos por su tamaño pequeño y compacto, muy fácil de transportar y almacenar. Dentro de esta configuración tenemos las variedades Sugar Baby, Reina de Corazones y Golden Midget.
Sandías ovaladas o elípticas:
Ideales para cultivar en extensiones medias y grandes, muy cotizadas por el tamaño alargado de los frutos para la exportación y los mercados mayoristas.
Aquí tenemos las variedades Charleston Gray, Crimson Sweet, Fenway F1 y Style F1.
Sandías alargadas o cilíndricas:
Estas variedades se caracterizan por su forma aun más alargada que las anteriores, requieren espacios más grandes de cultivo y son adecuadas para comercializar en mercados tradicionales o de gran formato. Incluimos en este grupo la variedad Charleston Gray y la Sandía Melona. Esta última es una sandía muy dulce y autóctona de Almería-España.
Sandías cuadradas o de formas especiales:
Estos frutos se cultivan a modo experimental dentro de moldes rígidos en forma de cuadrado, de pirámide o en forma de corazón. No se trata de variedades genéticas sino para fines decorativos, y no se suelen consumir por su elevado coste. Más bien se ofrecen como regalos exclusivos y en mercados gourmet. Hay una variedad en particular para este grupo, y es la sandía cuadrada de Japón conocida como Cube Watermelon.
Variedades de sandía por el color de la cáscara.
La variedad Sugar Baby presenta un tono oscuro uniforme, Crimson Sweet tiene un color verde claro y muestra estrías oscuras, y la sandía híbrida exhibe rayados o moteados.
Variedades de sandía por el color de la pulpa.
La variedad roja intensa es la más popular y con gran demanda en los mercados, en tanto que la rosada o coral tiene un sabor más delicado, y la amarilla o naranja como las variedades Yellow Doll o Orangeglo, tienen sabores muy dulces y exóticos.
Haremos ahora un breve análisis de las variedades más destacadas de sandía.
Crimson Sweet: pulpa roja, jugosa y muy dulce, cáscara rayada verde claro y oscuro. Popular en América y Europa por su resistencia a enfermedades.
Sugar Baby: tamaño pequeño (2-5 kg), ideal para consumo doméstico, cáscara verde oscuro uniforme y pulpa muy roja. De rápida maduración y excelente sabor.
Charleston Gray: forma alargada, pesa entre 9 y 14 kg, pulpa firme e ideal para transportes largos y muy cultivada en climas cálidos.
Jubilee: muy grande con un peso de hasta 18 kg, con cáscara rayada, pulpa roja brillante y excelente resistencia al calor.
Yellow Crimson y Yellow Doll: pulpa amarilla, sabor dulce, afrutado, muy llamativas y cada vez más valoradas por su color y sabor distinto.
Orangeglo: pulpa naranja brillante, de sabor complejo y dulce. Muy usada para el consumo fresco y jugos.
Variedades sin semilla o triploides: Seedless Sweet, Nova, Revolution, entre otras, valoradas y con alta demanda en los mercados de hoy en día por la facilidad de consumo.
Variedades de sandía para cultivos ecológicos y sostenibles.
¿Qué características debe tener una variedad para cultivar sandía en huertos ecológicos?
Debemos tomar en cuenta que no todas las variedades son aptas para este tipo de sembrados, pues necesitan tener ciertas características para que podamos obtener resultados exitosos y de alta calidad.
Veamos cuáles son estas características:
Deben ser resistentes naturales a enfermedades como el oídio, mildiu y fusariosis, adaptables al estrés hídrico y térmico, las variedades de ciclos medio y corto son recomendables para evitar en la medida de lo posible la exposición a la invasión de plagas, preferiblemente deben provenir de semillas ecológicas certificadas, y ser compatibles con las rotaciones y asociaciones de cultivos.
Aquí presentamos variedades aptas para la siembra ecológica de sandía:
Sugar Baby: diploide (con semillas), peso del fruto entre 3 y 5 kg, forma redonda, corteza de color verde oscuro y delgada, pulpa roja intensa y muy dulce. Es una sandía de ciclo corto aproximadamente de 70 días, se adapta fácilmente a huertos urbanos, parcelas pequeñas y se adapta muy bien a suelos con poca fertilización pero implementando prácticas ecológicas.
Crimson Sweet: diploide, peso del fruto entre 8 y 12 kg, forma ovalada, pulpa roja, firme y dulce, con buena tolerancia a enfermedades y muy cultivada en España. Resiste largos viajes en transporte. Encontramos versiones ecológicas certificadas de esta variedad de semillas, aptas para ser usadas en cooperativas de agricultura sustentable.
Moon and Stars (antigua): diploide, corteza verde con manchas amarillas por lo cual adquiere su nombre, pulpa roja o amarilla y dulce, muy resistente y excelente para guardar sus semillas. Esta variedad tradicional americana se adapta también a climas mediterráneos.
Popular en la permacultura y cultivos biodinámicos por su valor patrimonial y resistencia.
Golden Midget: diploide de tamaño pequeño y peso entre 1.5 a 2 kg. Ciclo muy corto, entre 60 y 65 días, corteza amarilla brillante el tiempo de maduración, pulpa roja y jugosa. Es perfecta para cultivos urbanos o terrazas, pues por su ciclo tan corto nos permite intercalar en rotaciones breves.
Variedades locales y antiguas: en España, muchas regiones cuentan con variedades tradicionales de sandía y son muy valoradas en los cultivos ecológicos. Aun cuando no están permanentemente a disposición como semillas certificadas, generalmente se conservan en bancos de germoplasma o en redes de intercambio. Su principal valor es la fácil adaptación al entorno local, lo que las hace más resistentes sin necesidad de hacer uso de tratamientos químicos. En este grupo tenemos las siguientes variedades: Sandía de Blanca (Murcia), Sandía de Villaconejos (Madrid) y Sandía Melona (Almería).
Manejo agronómico para cultivos ecológicos de sandía.

¿Qué recomendaciones debemos seguir para cultivar sandía en proyectos ecológicos?
- En primer lugar es importante investigar y asesorarnos debidamente para seleccionar la variedad correcta.
- El tiempo de rotación del cultivo debe hacerse al menos por un periodo de 3 años, es decir, no vamos a repetir la siembra de sandía a un tiempo menor a 3 años.
- Asociación con aromáticas como albahaca y caléndula: son excelentes repelentes de insectos y serán esenciales para cultivar sandía; además, son amigables entre sí.
En cuanto a la fertilización, necesitaremos abono orgánicos, tierra de compost, humus de lombriz o estiércol. Todos secos y sueltos. Asimismo, vamos a tener a mano aportes líquidos con extractos fermentados de ortiga o consuelda.
Es recomendable siempre mantener un control biológico del sembrado. Esto quiere decir que adicionalmente vamos a instalar trampas cromáticas o feromonas, usaremos preparados naturales como jabón potásico o extracto de ajo, y si nos es posible, introduciremos insectos beneficiosos como mariquitas y crisopas, para ayudar a conservar nuestro hábitat en condiciones adecuadas.
Implementar el uso del acolchado de papel biodegradable es vital para cultivar sandía en estos sembrados ecológicos, pues evitamos inversiones inesperadas a aquellas que habíamos previsto desde un principio, economizamos los costes de agua porque el material del acolchado de papel conserva la humedad necesaria durante todo el proceso del cultivo y favorece un efectivo riego por goteo sin riesgos de encharcamiento, y además inhibe la aparición y proliferación de malas hierbas y hongos.
Comportamiento agronómico de la sandía según sus variedades.
Cada variedad de sandía presenta diversas particularidades que vamos a detallar a continuación, y que nos muestran aspectos que van a determinar la resistencia a enfermedades, la adaptabilidad al clima, la capacidad de producción y generación de frutos aptos para ser comercializados con éxito, así como la calidad del manejo agronómico que se haya desempeñado.
Estudiemos este comportamiento según las principales variedades.
Cultivar sandía con semillas (diploides).
Comportamiento general
Tiempos de sembrado: entre 80 y 100 días aproximadamente a partir del inicio de la siembra hasta la cosecha.
Resistencia: casi todas las variedades tradicionales disponen de una buena resistencia en condiciones de campo abierto, aun cuando son susceptibles a la invasión de plagas como la mosca blanca, pulgones, y enfermedades fúngicas como fusarium.
Rendimiento: promedio. Entre 30 y 45 toneladas por hectárea en un manejo convencional.
Ventajas: buen sabor, rusticidad y facilidad de polinización.
Variedades Crimson Sweet: necesita suelos con buena capacidad de drenaje, con pH de 6.0 a 6.8., es resistente al marchitamiento por fusarium y a la antracnosis, de frutos pesados, entre 8 y 12 kg y fácilmente transportables.
Cultivar sandía sin semillas (triploides).
Comportamiento general.
Tiempos de sembrado: ligeramente más largo. Entre 90 y 110 días.
Polinización: necesitan una variedad diploide acompañante como polinizadora, en proporción 2:1 o 3:1.
Mayor control agronómico requerido: sensibles a la competencia con malezas y al estrés hídrico.
Resistencia: casi todas las variedades tradicionales disponen de una buena resistencia en condiciones de campo abierto, aun cuando son susceptibles a la invasión de plagas como la mosca blanca, pulgones, y enfermedades fúngicas como fusarium.
Rendimiento: pueden alcanzar hasta 50 toneladas por hectárea bajo riego y manejo intensivo.
Ventajas: alta demanda comercial por la comodidad del consumidor.
Variedades Fascination (híbrido sin semilla): alta resistencia a enfermedades del follaje, frutos uniformes entre 6 y 8 kg, pulpa muy firme y dulce, y necesita riego por goteo y control térmico en zonas cálidas.
Cultivar sandía mini (variedad Sugar Baby y similares).
Comportamiento general.
Tiempos de sembrado: entre 65y 75 días a partir del inicio de la siembra.
Capacidad para alta densidad de cultivo: se pueden plantar en mayor número por hectárea.
Rendimiento: frutos más livianos pero en mayor cantidad por planta.
Ventajas: muy apreciada en mercados urbanos y consumo doméstico.
Variedades Sugar Baby: buena tolerancia al estrés hídrico, frutos entre 3 y 5 kg con cáscara firme y sabor dulce.
Cultivar sandía de pulpa amarilla o naranja.
Comportamiento general.
Tiempos de sembrado: similar a las variedades con semilla; entre 80 y 95 días.
Exigen mayor temperatura: les favorece suelos cálidos y buena exposición solar.
Menor resistencia genética: algunas variedades son más susceptibles al oídio y al mildiu.
Rendimiento: variable. Entre 25 y 40 toneladas por hectárea.
Ventaja: atractivo visual y sabor exótico.
Variedades Yellow Crimson: necesita suelos ligeros, profundos y con buena fertilización fosfórica. Fruto de tamaño medio, buena conservación posterior a la cosecha.
Consideraciones para cultivar sandía según el clima.
Tomemos en cuenta que muchas o casi todas la variedades de sandía se adaptan a diferentes climas, por lo cual podemos incluirlas en varios grupos.
En climas templados.
Las variedades recomendables para estas temperaturas son las de ciclo corto y con buena tolerancia al frío inicial: Sugar Baby, Crimson Sweet y Yellow Doll.
En climas cálidos y secos.
Son adecuadas las variedades sin semilla o híbridos resistentes al calor, como Melody, Fascination, Revolution y Crimson Sweet.
En sistemas intensivos con riego por goteo.
En estos contextos, las sandías sin semilla ofrecen alto rendimiento si se manejan con precisión y control nutricional y sanitario.
Factores agronómicos clave para todas las variedades de sandía.

Estudiemos brevemente algunas recomendaciones agronómicas para cultivar sandía:
- Para lograr una naturaleza adecuada del suelo: debe ser franco-arenoso, con buena capacidad de drenaje y un nivel de pH entre 6 y 7.
- Irrigación: vamos a hacer riegos frecuentes pero evitando encharcamientos.
- Fertilización: añadimos Fósforo al inicio de la siembra, y en el tiempo de la floración agregamos Potasio.
- Polinización: es vital para las variedades sin semillas o triploides, y en la medida de lo posible es muy beneficioso reforzar incorporando abejas.
- Control sanitario: periódicamente es necesario mantener en observación nuestro cultivo de sandía, especialmente si detectamos indicios de oídio, antracnosis, fusarium, comunes en estos sembrados.
¿Qué variedad debemos seleccionar antes de cultivar sandía?
Cuando diseñamos nuestro mapa de ruta para cultivar sandía, un aspecto crucial es elegir la variedad en base a nuestra disponibilidad de espacio e inversión, al tipo de suelo, a los factores climáticos, la capacidad con la que contamos para irrigar adecuadamente, y el destino que vamos a determinar según nuestro plan.
Comencemos por el destino que hemos planificado para nuestro cultivo.
Destino comercial o autoconsumo.
Venta en mercados mayoristas y supermercados: recomendamos variedades uniformes, de gran tamaño, pulpa firme y buena calidad de vida después de la cosecha. Aquí presentamos las variedades Crimson Sweet y Fascination.
Producción para exportación: Fascination (sin semillas y muy uniformes, lo que es muy atrayente a la vista.
Para consumo familiar y consumo local: pueden elegirse variedades más pequeñas o exóticas como Sugar Baby y Yellow Doll.
Consumo local y Ferias rurales: Charleston Gray, Jubilee, Moon & Stars.
Revisemos ahora el clima apropiado para algunas variedades y el tiempo de cultivo según nuestros requerimientos.
- Climas templados o cortos. Tengamos presente que muchas de etas variedades se adaptan fácilmente a distintos de clima: cultivar sandía en primaveras frías y veranos breves requiere seleccionar variedades de ciclo corto como Sugar Baby, Early Moonbeam y Yellow Doll.
- Climas cálidos, zonas tropicales y semiáridas: las variedades de ciclo medio a largo como Charleston Gray, Fascination, Revolution y Crimson Sweet.
Veamos los tamaños que van a adquirir los frutos que hemos elegido y la variedad correspondiente.
Sandía grande hasta 14 kg : Variedad Charleston Gray.
Sandía mediana entre 6 y 8 kg: Variedad Fascination.
Sandía pequeña de 2 a 4 kg: Variedad Sugar Baby (muy apropiada para un fácil transporte y para consumo doméstico).
¿Cuáles son las preferencias de nuestros consumidores?
En este punto es importante hacer un estudio de mercado; observar nuestros mercados de interés y evaluar qué variedades son más apreciadas y tienen mayor éxito comercial.
Sandía con pulpa roja clásica y dulce: Variedad Crimson Sweet. Sandía con tonos exóticos como amarillos y naranjas, y sabores diferentes a los habituales: Variedades Yellow Crimson o Orangeglo.
¿Qué variedades de sandía son más resistentes al contagio de enfermedades?
Si nuestra zona de cultivo es propensa a la aparición de enfermedades como fusarium, oídio o mildiu, vamos a seleccionar variedades como Crimson Sweet y Jubilee, suficientemente tolerantes y resistentes.
¿Qué variedades de sandía se adaptan a nuestro mapa de ruta agrícola?
Sandías sin semillas (triploides): tienen muy buena demanda comercial por su fácil consumo, pero es necesario hacer polinización y utilizar recursos más técnicos y cuidadosos para lograr los resultados que deseamos.
Sandías con semillas (diploides): producen semillas fértiles, son más rústicas, fáciles de manejar y podremos utilizarlas para futuros sembrados. Muy recomendadas para huertos familiares y en la agricultura tradicional. Aquí tenemos las variedades Crimson Sweet, Sugar Baby, Moon and Stars, Charleston Gray, Mickylee y Black Diamond.
Variedades de sandía más productivas en España.
En este grupo mencionamos las variedades locales y tradicionales de España: Sandía Melona (Almería-España), Sandía Rayada de Valencia (Comunidad Valenciana), y Sandía de Rulo (Andalucía-España). Además, otras especies se adaptan con mucha facilidad como analizaremos a continuación.
Crimson Sweet.
Sobre todo en Andalucía y Castilla-La Mancha, esta variedad tradicional es muy cultivada en campo abierto, y apreciada por su alta productividad. Características: fruto diploide (con semillas), pesa entre 8 y 12 Kg, pulpa roja, firme, muy dulce; cada planta genera múltiples frutos, tolera el transporte con solidez y es muy recomendable para colocar en mercados mayoristas y exportación.
Fashion.
Una de las variedades comerciales sin semillas más conocidas y demandadas en grandes cadenas de distribución, especialmente en Andalucía. Es una especie triploide (sin semillas), pesa entre 4 y 7 kg, pulpa roja intensa, crujiente, muy dulce, necesita la ayuda de polinizadores diploides para cuajar sus frutos. Produce alto rendimiento al aire libre, genera frutos homogéneos con óptima presentación para el consumidor, pot lo que tiene gran demanda a nivel de mercados. Muy adecuada para cultivos intensivos.
Fenway F1.
Especie híbrida triploide, de ciclos medios, muy productiva y ampliamente utilizada en explotaciones profesionales en las regiones de Murcia y Almería. Pesa entre 4 y 6 kg, pulpa roja, fina, dulce, genera también gran cantidad de frutos homogéneos por planta y muy resistente a enfermedades como Fusarium y oídio. Se adapta a variadas condiciones climáticas.
Reina de Corazones F1.
De gran rendimiento y muy precoz, con alto porcentaje de frutos comerciales y excelente aceptación por parte del consumidor. Pesa entre 3,5 y 5,5 kg, muy estética a la vista, redondeada, corteza fina, verde con vetas y recomendable para cultivos ecológicos.
Style F1.
Variedad híbrida triploide muy cultivada en el Levante español por su excelente rendimiento y calidad. Pesa entre 4 y 6 kg, frutos redondos y uniformes, pulpa muy dulce y textura firme. Buena tolerancia a Fusarium y enfermedades foliares y es una planta de larga vida en cosechas posteriores con óptima producción por hectárea. Excelente opción para cultivos con técnicas sostenibles, tanto en agricultura convencional como en transiciones a sembrados ecológicos.
Premium F1.
Otra opción altamente productiva, especialmente diseñada para cultivos al aire libre y con buena resistencia a la exposición de estrés térmico. Pesa alrededor de 5 kg, con frutos firmes y de larga conservación. Se adapta fácilmente a cualquier época del año. En el sur de España los agricultores la prefieren especialmente para promover campañas de exportación a países europeos.
¿Cómo cultivar Sandía en diferentes entornos? Preparación del suelo y requerimientos climáticos necesarios.

Vamos a examinar los procesos agrícolas de la sandía en campo abierto, en espacio reducidos como invernaderos, huertos domésticos, urbanos, terrazas y balcones.
Comencemos por cultivar sandía en campo abierto.
Esta es una práctica extendida en muchas regiones de España, especialmente en zonas cálidas y con buena radiación solar. En campo abierto, cultivar sandía nos permite obtener frutos de gran tamaño, excelente sabor y óptima calidad a nivel de mercado.
No obstante, vamos a considerar algunos pasos vitales para que nuestra producción alcance el nivel esperado. Esto quiere decir que haremos un seguimiento especial desde la preparación del terreno hasta la cosecha y almacenamiento de nuestros frutos.
Especialmente en estos casos de cultivo a campo abierto, el uso del acolchado de papel biodegradable es un asistente indispensable que nos provee de muchos beneficios; entre ellos, nos ayuda a inhibir la aparición y proliferación de malas hierbas y hongos, la inversión en agua será mínima y la calidad del suelo en todo el proceso del sembrado se mantiene en excelentes condiciones.
La sandía naturalmente es oriunda de climas cálidos y secos y por lo tanto requiere establecerse en condiciones ambientales muy específicas para crecer de forma vigorosa y robusta, cuajar bien sus frutos y garantizar una producción rentable y abundante.
Es importante aquí hacer un estudio de los factores climáticos o condiciones térmicas para elegir el momento adecuado del inicio de la siembra, nuestra disponibilidad hídrica, el área adecuada y las técnicas agrícolas que vamos a implementar durante todo el proceso de nuestro sembrado. Estudiemos.
La temperatura mínima requerida para iniciar la fase de germinación es de 18°C, una atmósfera cálida ideal para estas plantas. Vamos a evitar temperaturas menores a 15°C para permitir que la velocidad de la germinación sea natural. Durante el día, hagamos lo posible por mantener 24 a 30°C, y para la noche intentemos 18° a 22 °C. La constante diaria entonces oscila entre 22° y 28 °C aproximadamente.
Al ser originaria de regiones cálidas y con buena exposición a la luz solar, la sandía necesita un mínimo de 6 horas al sol directo, y mejor aun si recibe entre 8 y 10 horas diarias de alta luminosidad, para que pueda desarrollar correctamente sus órganos vegetativos y se favorezca la síntesis de azúcares en los frutos.
Si habitamos regiones con climas nublados frecuentes, recomendamos cultivar sandía en orientación norte-sur para maximizar la exposición solar.
Estos cultivos prefieren ambientes secos y soleados, con humedad relativa baja a moderada entre 50% y 70%. En caso de que nuestra zona de sembrado esté ubicada en regiones húmedas, vamos a hacer uso del acolchado de papel biodegradable para que actúe como barrera frente a los excesos de humedad en el suelo, y así puede conservar el follaje más seco.
En áreas de lluvias frecuentes y tendientes a encharcamiento, no es adecuado cultivar sandía, pues esta acepta riegos moderados y esporádicos para poder desarrollar adecuadamente su estructura.
Asimismo, si es nuestro caso que debamos hacer nuestro sembrado en estas zonas, nos vemos en la necesidad de hacer caballones y extender el acolchado de papel biodegradable previamente, para controlar estos niveles de humedad y evitar que nuestros frutos entren en contacto directo con el suelo o el barro.
Por otro lado, el acolchado de papel permitirá que el drenaje en exceso fluya, se canalice, y conserve la humedad adecuada para proteger el sistema radicular de la planta.
Nuestro último punto a considerar es el factor viento. Es recomendable cultivar sandía en áreas protegidas naturalmente, ya sea por setos, muros, o implementando cortavientos agrícolas o plantaciones de hileras paralelas a la dirección de las ráfagas intensas de viento.
¿Cómo cultivar sandía en huertos domésticos y urbanos?
Sí. Es posible cultivar sandía de una manera más cercana y que podemos aprender y disfrutar en casa o áreas próximas a nuestro día a día.
Actualmente tenemos acceso a ciertas variedades adaptables a espacios reducidos, y técnicas de cultivo avanzadas y eficientes que nos permiten producir frutos de óptima calidad. Entre estas variedades de sandía nos encontramos con aquellas de ciclos cortos y buen comportamiento agronómico en condiciones no industriales.
Hagamos un análisis de las propiedades de estas variedades, pero en general, debemos elegir aquellas que generan frutos pequeños o medianos, plantas de crecimiento controlado o con menor capacidad de expansión, de ciclos cortos, es decir, cuyos tiempos sean menores a 80 días desde el inicio de la siembra hasta el tiempo de cosecha. Deben ser resistentes a contraer plagas y enfermedades y tener la capacidad de adaptarse y producir frutos de buena calidad en estos espacios pequeños y medianos.
Veamos algunas variedades adecuadas para estos entornos reducidos:
Sugar Baby: Una de las más conocidas y apreciadas por su capacidad de adaptación a espacios pequeños. Es diploide (con semillas) de un ciclo corto entre 70 y 75 días, el peso del fruto oscila de 3 a 5 kg, forma redonda, pulpa roja, dulce y jugosa. Puede sembrarse en macetas grandes y en bandejas de cultivo. Cada planta genera buena cantidad de frutos y requiere poco mantenimiento. También se puede cultivar en terrazas soleadas con macetas de al menos 40-50 litros.
Golden Midget: Es una variedad miniatura muy valorada en huertos urbanos por su ciclo muy corto y genera frutos individuales. Fruto diploide con un peso entre 1.5 a 2 kg, pulpa roja y dulce, al madurar presenta una corteza amarilla brillante muy atractiva a la vista, su ciclo es muy corto pues oscila entre 60 y 65 días y también se adapta con facilidad a espacios reducidos. Es una planta muy conveniente para realizar rotaciones rápidas, lo que significa que podemos cosechar varias veces dentro de una misma temporada y además su proceso de cultivo se desarrolla cómodamente en jardineras anchas.
Mini Love F1: Especie híbrida diploide desarrollada para huertos compactos y cultivos domésticos. El peso del fruto es de 2 a 3 kg, pulpa rojo intenso y textura crujiente. Produce una corteza fina y verde con vetas, su ciclo es de 75 días aproximadamente. Delicioso sabor, a la vista muy atractiva, y resistente a enfermedades comunes. Podemos cultivarla en patios con suelo o en bancales elevados y necesita tutorado si deseamos hacerla crecer en vertical; además, es adecuada para aprovechar su desarrollo en muros o espalderas.
Little Darling F1: También es una sandía híbrida de tamaño pequeño, pensada para el consumo doméstico. Su peso es de 2 a 4 kg, pulpa roja y muy dulce. Es una planta compacta, resistente y de poca expansión, que genera frutos pequeños, uniformes y en gran número. Muy adecuada para jardines pequeños o invernaderos urbanos.
Moon and Stars (versión enana): Esta especie antigua y ornamental es ideal para cultivar en huertos educativos, siembra directa en bancales y permacultura. Su peso es de 2 a 5 kg, pulpa roja o amarilla según la subvariedad y presenta una corteza verde oscuro con manchas amarillas. Igualmente es muy atractiva a la vista y tolera bastante bien condiciones adversas. Si bien es cierto que no genera mucha productividad, su valor estético y resistencia natural la hacen excelente para proyectos escolares o familiares.
¿Cómo cultivar sandía en terrazas y balcones?
Las características necesarias que debemos tomar en cuenta son las siguientes: planta y frutos de tamaño compacto y ciclos cortos de 60 a 80 días, resistentes a enfermedades y adaptables a desarrollarse con alta calidad en contenedores como tiestos y bancales elevados. Requieren buena exposición a la luz solar e irrigaciones controladas para evitar encharcamiento.
Presentamos algunas variedades de sandía muy convenientes para estos entornos.
Sugar Baby: con frutos de 3 a 5 kg y ciclo corto. Adecuada para cultivar en macetas grandes.
Golden Midget: mini sandía de 1,5 a 2 kg y ciclo muy corto.
Mini Love F1: híbrida, dulce, pulpa firme y compacta.
Little Darling F1: planta de bajo porte y frutos pequeños.
Moon and Stars enana: ornamental y muy productiva en jardineras.
Recomendamos usar:
Macetas grandes o mesas de cultivo con una profundidad entre 40 y 60 litros para colocar una plántula en el caso de las macetas, y varias a una distancia que ya estudiaremos más adelante para que puedan desarrollarse con comodidad.
Jardineras alargadas dispuestas en terrazas y balcones con buenas dosis de luz solar y suficiente capacidad de drenaje.
Bancales elevados en patios o huertos comunitarios, y espacios verticales si vamos a hacer uso de tutores o espalderas.
Es necesario que, si deseamos cultivar sandía en estos entornos reducidos, logremos al menos 6 horas de exposición a la luz solar directa, con protección adecuada para hacer frente a vientos y lluvias frecuentes, y la posibilidad de colocar tutores o anclajes para redirigirlos a medida que crecen.
Preparación del recipiente o bancal para cultivar Sandía.
Si hemos decidido plantar sandía en macetas o contenedores, colocaremos una capa de drenaje en el fondo, que puede ser grava o piedras medianas, cubrimos con un sustrato ligero de materia orgánica como compost, fibra de coco y turba, o humus de lombriz. Los recipientes que hayamos escogido deben tener al menos 40 cm de profundidad y orificios suficientes para que puedan drenar correctamente.
Los primeros riegos deben hacerse a tempranas horas del día, ligeros y continuos, y si es por goteo mucho mejor. Vamos a permitir que entre irrigaciones el suelo logre absorber suficientemente el líquido. A medida que evolucione el crecimiento de nuestro cultivo, vamos a espaciar los riegos para que podamos mejorar el sabor de los frutos.
Se pueden plantar sandías directamente en el suelo, una vez que lo hayamos preparado adecuadamente y si la temperatura es mayor a 18° o 20°C. Colocamos 2 o 3 semillas por orificio a 2 cm de profundidad aproximadamente. Cuando comiencen a aparecer los brotes y se inicie la germinación, vamos a elegir la plántula más robusta, eliminando las más débiles.
En la etapa del trasplante al suelo definitivo, si es el caso, seleccionamos aquellas plántulas que hayan desarrollado entre 3 y 4 hojas verdaderas, y debemos colocar 1 planta por maceta para evitar que se genere competencia por nutrientes y agua.
Necesitaremos hacer uso de tutorados para poder controlar el orden del crecimiento, guiando los tallos con cañas y cuerdas, así como también podemos usar mallas y soportes para evitar que nuestros tallos cuelguen y corran el riesgo de quebrarse. Asimismo, podemos cortar las flores superiores para que el desarrollo sea más moderado.
¿Cómo cultivar sandía en invernaderos?

Cuando diseñamos nuestro mapa de ruta para cultivar sandía en invernadero, debemos saber que obtendremos varias ventajas pues nos permitirá adelantar o extender la temporada, mejorar el rendimiento y proteger el cultivo frente a condiciones climáticas adversas como lluvias, granizo, vientos o heladas.
Si adelantamos o prolongamos nuestras cosechas en invernadero, logramos acceder al mercado en fechas y épocas mucho más rentables.
Asimismo, podemos controlar la invasión de plagas y la aparición de enfermedades, y si hacemos uso del acolchado de papel biodegradable evitamos salpicaduras a nuestros frutos y aumentamos su calidad, pues se van a desarrollar en condiciones más estables y sanas.
Añadiremos que, cultivar sandía en invernaderos nos permite producir con excelencia y en regiones no tradicionales y climas más fríos y húmedos o con fluctuaciones climáticas adversas, y al mismo tiempo tenemos la posibilidad de escoger el modo de cultivo que más nos conviene: sistema convencional, ecológico o agricultura integrada con tecnología de primera línea como es el uso del acolchado de papel biodegradable.
Entre las variedades de sandía recomendables para cultivar en invernaderos, vamos a seleccionar aquellas que produzcan un cuajado eficaz en áreas controladas(para producir las flores), generen frutos de tamaño medio y buena uniformidad y sean de ciclos medios o precoces. Deben tener buena resistencia a enfermedades comunes del suelo y de la estructura de la planta.
Presentamos una lista de variedades aptas para sembrar en invernadero:
Fashion: triploide sin semillas y alta demanda comercial.
Fenway F1: alta productividad y muy uniforme.
Style F1: excelente sabor y textura crujiente.
Reina de Corazones F1: estética a la vista y muy precoz.
Crimson Sweet: diploide tradicional y muy buena para polinización.
Preparación del terreno y estructura del invernadero.
Estructura recomendada: Tipo túnel alto o multi-túnel con buena ventilación lateral y cenital. Altura mínima: 2.5 a 3.5 mts. Material de cobertura: malla sombra o combinaciones de materiales sustentables.
Suelo: Suelto, profundo, bien drenado. pH óptimo: 5,8 a 6,8. En cultivo ecológico: uso de compost o estiércol maduro. En cultivo convencional: análisis de suelo y corrección de nutrientes.
Formación de caballones elevados y acolchado de papel biodegradable: Para mejorar el drenaje. Para facilitar el desarrollo radicular. Para evitar el contacto del fruto con la humedad del suelo.
Dimensiones: Altura: 20 a 30 cm. Ancho: 60 a 80 cm. Separación entre hileras: 1.8 a 2.2 mts.
Acolchado de papel biodegradable: El acolchado de papel es especialmente recomendable en invernaderos: Para evitar el crecimiento de malas hierbas. Para conservar la humedad del suelo. Para regular la temperatura en la raíz. Porque no deja residuos plásticos, se biodegrada y sirve de materia compostable y muy nutritiva. Porque es adecuada para la agricultura ecológica y sistemas donde se busca reducir residuos y costes de retirada al término del cultivo.
Método de trasplante para cultivar sandía en invernadero.
Esta es la mejor manera de controlar el desarrollo de las plántulas, a la vez que obtenemos mucho mayor homogeneidad de los frutos y optimizamos el calendario desde el inicio de la siembra hasta el tiempo de la cosecha.
El procedimiento a seguir será el siguiente: haremos la siembra de plántulas con 3 a 4 hojas verdaderas, haciendo orificios (en el acolchado de papel extendido en la superficie del suelo), suficientes para albergar cada plántula con una distancia entre 0.8 a 1 metro entre ellas, y colocadas en líneas a una distancia de 1.8 a 2.2 mts.
La irrigación adecuada es por goteo lineal o ramificado, con una frecuencia acorde con el clima y la fase del cultivo.
Fertilización del sembrado: Fertilización de fondo, añadiendo compost, humus o abonos complejos según el sistema. Fertirrigación, aplicando nitrógeno durante el crecimiento vegetativo, y potasio y fósforo durante la floración y engorde de los frutos.
Polinización de las sandía en invernadero.
La sandía necesita polinización entomófila, el proceso a través del cual los insectos transportan el polen desde las flores masculinas hasta las flores femeninas de la planta, permitiendo la fecundación y formación de frutos y semillas. Esta fecundación en invernadero debe hacerse introduciendo colmenas de abejas o abejorros en la medida de lo posible, intercalando plantas florales auxiliares o polinizando manualmente en huertos pequeños. Recordemos que las variedades sin semillas (triploides), no producirán sus frutos sin la intervención de una polinización efectiva.
Los tiempos de cosecha en invernadero a partir del trasplante serán entre 70 y 95 días de acuerdo a la variedad elegida y el clima. Los frutos habrán adquirido su madurez cuando observemos estos signos: zarcillo seco, punto de apoyo amarillento y sonido hueco al golpear el fruto.
El acolchado de papel biodegradable para lograr un óptimo cultivo de Sandía.
¿Qué es el acolchado de papel biodegradable?
Consiste en una lámina fabricada a partir de fibras vegetales. Estas fibras se preparan cuidadosamente con materiales ecológicos y totalmente respetuosos con el ecosistema, con el objetivo de resistir y controlar los niveles de humedad durante todo el ciclo del cultivo, y se degrada e integra naturalmente en el suelo al finalizar el proceso.
Este diseño no genera residuos y cumple con todos los criterios de compostabilidad industrial y doméstica, por lo cual, sustituye el uso del plástico agrícola y contribuye a resultados óptimos de nuestros cultivos en cualquier entorno que seleccionemos.
Específicamente en el cultivo de sandía, el acolchado de papel cumple una función vital pues desde el inicio de la siembra hasta los tiempos de la cosecha, inhibe la aparición y proliferación de malas hierbas como la juncia, y controla la temperatura del suelo conservando la humedad necesaria para que el sistema radicular y el resto de la estructura de cada planta se mantenga saludable y asimilando todos los nutrientes necesarios para su desarrollo y producción de frutos robustos y de óptima calidad.
Cuando hacemos uso del acolchado de papel protegemos los frutos que reposan directamente sobre el suelo, y de esta forma eliminamos el riesgo del contacto prolongado con la humedad que provoca la podredumbre de nuestros frutos, así como la aparición de manchas producidas por hongos o bacterias que anidan en el suelo. Además, el material del acolchado de papel no permite que ocurran malformaciones en la tierra como resquebrajamientos o altas imprevistas de temperatura.
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Fertilización y mantenimiento del cultivo de Sandías.
Siguiendo nuestro proyecto para cultivar sandía, tocamos ahora fases esenciales que debemos cuidar. Siempre es más cómodo llevar una bitácora de cultivo , para que de esta manera tengamos a la mano cada paso del proceso. Revisemos los siguientes pasos.
Fertilización preparatoria a la siembra o el trasplante: previamente vamos a nutrir al suelo, o hacer las enmiendas necesarias para un enraizamiento exitoso. Para esto es necesario añadir materia orgánica como estiércol maduro, seco y bien desmenuzado, humus de lombriz y compost igualmente seco y suelto. Luego aplicamos abonos ricos en fósforo para que, al estar bien incorporado con el resto de los nutrientes, favorezca al enraizamiento y la siguiente floración.
En el momento de iniciar la siembra o el trasplante de las plántulas comenzamos con la fase vegetativa, en la que comienza el desarrollo de raíces, tallos y primeras hojas. En este paso se requieren dosis moderadas de nitrógeno y añadimos más dosis de fósforo. La irrigación debe ser por goteo también moderado cada 7 a 10 días.
Aproximadamente entre los días 30 a 50 del inicio de la siembra o el trasplante, comenzamos la etapa de floración y cuajado, en los que vamos a reducir las dosis de nitrógeno para evitar el desarrollo excesivo del sistema foliar. Aumentamos las dosis de potasio o mono fosfato potásico, para promover esta fase de fecundación y aparición de los primeros brotes de los frutos.
Continuamos con la fase de engorde y maduración transcurridos los 50 días del inicio del cultivo. Esta es una etapa delicada porque debemos tomar notas de todas las dosis que aplicaremos para lograr adecuadamente el tamaño. la firmeza y el dulce sabor de nuestros frutos. Vamos a reforzar las dosis de potasio y mantendremos los niveles de calcio y magnesio, que también son micronutrientes esenciales. En esta fase evitaremos los excesos de irrigación y nitrógeno, para que podamos conservar y no diluir las cantidades apropiadas de azúcares en los frutos.
Hagamos un paréntesis ahora para guardar en nuestra bitácora de cultivo un breve esquema de nutrientes y micronutrientes:
Nitrógeno (N): esencial en la fase del crecimiento vegetativo, para desarrollar hojas y tallos.
Fósforo (P): para favorecer un buen enraizamiento e iniciar una excelente floración.
Potasio (K): imprescindible para el cuajado, el tamaño del fruto y el contenido correcto de azúcares.
Micronutrientes: Calcio (Ca) y magnesio (Mg): refuerzan la estructura celular y la resistencia a enfermedades. Boro, Zinc y Manganeso en cantidades dosificadas.
En caso de cultivar sandía en proyectos ecológicos, la fertilización se basa en añadir productos naturales y microorganismos beneficiosos. Tenemos varias opciones:
Compost casero o comercial: es la base orgánica esencial.
Estiércol maduro: de caballo, oveja o vaca, bien fermentados, sueltos, secos y desmenuzados.
Abonos líquidos: son el purín de ortiga, el té de compost y el extracto de consuelda.
Polvo de roca y ceniza de madera: como excelente fuente de potasio y fósforo.
Podemos complementar con micorrizas o bacterias fijadoras de nitrógeno para enriquecer la vida microbiana del suelo.
Mantenimiento del cultivo de sandía.
Además del fertilizado en los tiempos que hemos analizado, necesitaremos añadir labores complementarias de mantenimiento agronómico para favorecer el desarrollo de nuestro cultivo, y protegerlo de plagas o enfermedades. En huertos urbanos, domésticos, otros espacios reducidos e invernaderos. Necesitaremos colocar tutores para sostener la verticalidad y el peso de toda la estructura de las plantas.
En campo abierto.
Las guías o tutores deben ser orientados de tal manera que todo el sembrado pueda tener acceso a las etapas de observación por nuestra parte, para la polinización adecuada y la aireación.
En este momento es importante eliminar los frutos deformes o mal ubicados en la estructura de la planta, dejando entre 2 y 4 frutos principales y robustos para que podamos mejorar la calidad del tamaño final. Asimismo, retiramos las hojas malformadas y manchadas, y cuidaremos de mantener los tallos limpios y libres de brotes, para que cada planta pueda redirigir su energía vital a la producción de mejores flores y frutos.
Tiempos de cosecha y almacenamiento de las Sandías.
Estamos en la etapa final de nuestro mapa de ruta. Sin embargo, cultivar sandía no termina en este punto; es un poco más delicado el proceso. Los tiempos para cosechar nuestros frutos deben ser lo más precisos posible, pues si nos anticipamos obtendremos frutos insípidos o con texturas no muy agradables, y si hacemos cosechas tardías los frutos van a resquebrajarse, agrietarse o comenzar a pasar su tiempo de frescura y sanidad. Es por esto que nuestra bitácora de cultivo es necesaria, para que podamos hacer los cálculos necesarios y exactos o casi exactos en el cumplimiento de cada fase, sobre todo en esta.
Los tiempos promedio que abarcan el inicio de la siembra o trasplante hasta la cosecha, reúnen varios requisitos como son la variedad que hemos seleccionado, el clima y la temperatura media del área de cultivo, el entorno en el que hemos hecho nuestro sembrado, y el método de siembra que hemos realizado; si ha sido siembra directa de semillas o por trasplante.
Analicemos entonces los tiempos de los ciclos de desarrollo, para que podamos calcular con más aproximación:
Variedades precoces: entre 70 y 80 días desde el inicio de la siembra o trasplante.
Variedades estándar: de 85 a 95 días.
Variedades tardías o grandes: de 100 a 110 días.
En el caso de los huertos urbanos y espacios más reducidos y en condiciones de sembrado favorables, algunas variedades como la Golden Midget podrán cosecharse en 65 días.
Sabremos cuándo nuestros frutos están listos para cosechar si observamos que los zarcillos que aparecen cerca del pedúnculo están completamente secos, si la parte que reposa sobre el suelo cambia a tonos crema o amarillo mate, si escuchamos que al golpear suavemente la corteza con los nudillos se produce un sonido profundo y vibrante, si la corteza pierde el brillo intenso que la caracteriza desde su fase inmadura, si al sostenerlos sin esfuerzo sentimos que pesan en la dimensión de su tamaño, no más, no menos.
Para asegurarnos por si tenemos dudas, vamos a abrir una muestra y examinaremos el color, la textura y el sabor de la pulpa.
La sandía debe cortarse cuidadosamente del pedúnculo para evitar daños. Usemos tijeras o cuchillos bien desinfectados y afilados, y dejaremos un pequeño trozo del rabillo unido al fruto.
Si hemos hecho uso del acolchado de papel biodegradable, nos evitamos imprevistos innecesarios pues el acolchado permite que todos los frutos descansen sobre este material que permanece limpio, y así reduciremos la incidencia de manchas, podredumbres o daños mecánicos durante el tiempo de la cosecha.
Almacenamiento de la sandía al término de la cosecha.
Estos frutos no continúan madurando tras haber sido cosechados, por lo cual insistimos en llevar una bitácora de cultivo en la que hemos anotado el calendario del sembrado, para que podamos coincidir con el momento justo de levantar los frutos y obtener productos de óptima calidad.
Las condiciones adecuadas para almacenar la sandía son las siguientes:
Conservarlas a una temperatura media de 10° a 15°C con una humedad relativa de 85° a 90°C. La ventilación debe ser moderada y evitaremos la condensación. Si conservamos los frutos enteros podemos mantener el almacenamiento entre 2 y 3 semanas de acuerdo a cada variedad, y una vez cortada podremos conservarla en refrigeración entre 3 y 5 días.
En caso de cultivar sandía en espacios reducidos es importante levantar solamente los frutos que vamos a consumir, almacenando el resto en zonas frescas y sombreadas como balcones orientados hacia el norte o despensas ventiladas y sin rastros de humedad.
Transporte y comercialización después de la cosecha y almacenamiento.

En agricultura profesional la sandía debe ser manipulada con especial cuidado. Vamos a colocarlas en cajas o jaulas acolchadas, no debemos apilar más de dos niveles sin protección, es importante llevar un registro etiquetado por lotes, variedad y fecha de cosecha, y utilizaremos vehículos refrigerados si el trayecto de la ruta supera las 12 horas o la temperatura ambiente excede los 30°C.
Plagas y enfermedades comunes que debemos tener en cuenta antes de cultivar sandía.
Estos frutos son sensibles a una serie de plagas y enfermedades comunes que pueden afectar tanto su desarrollo vegetativo como la calidad y sanidad de nuestra producción. Igualmente, puesto que son vectores de virus y enfermedades secundarias, harán estragos en todos nuestros sembrados y nos producirán importantes pérdidas económicas y un grave deterioro en la calidad comercial de nuestros productos.
Por esto vamos a estudiar en primer lugar, las Plagas que pueden afectar estos sembrados.
Pulgones (Aphididae).
Especies más frecuentes: Aphis gossypii (pulgón del algodón) y Myzus persicae (pulgón verde del melocotonero).
Daños que ocasionan: Chupan la savia de brotes jóvenes, hojas y flores, excretan melaza que favorece la aparición de negrilla (hongo saprofito), y son vectores de virus, como el virus del mosaico del pepino (CMV).
Síntomas: Hojas enrolladas y deformadas, pérdida de vigor y presencia de melaza y hormigas.
Solución: control biológico, introduciendo mariquitas (Coccinella) y crisopas (Chrysoperla), aplicar jabón potásico o aceite de neem, y extender acolchado de papel biodegradable que dificulta el ascenso de las colonias desde el suelo.
Mosca blanca (Bemisia tabaci y Trialeurodes vaporariorum).
Daños que ocasionan: Se sitúan en el envés de las hojas y succionan la savia. Al igual que los pulgones, secretan melaza. Pueden transmitir virus como el del rizado amarillo del tomate (TYLCV), que también afecta a cucurbitáceas.
Síntomas: Hojas con manchas cloróticas, amarillamiento y caída prematura, y frutos con mal desarrollo si la infestación es intensa.
Solución: Trampas cromáticas amarillas para monitoreo, introducción de enemigos naturales como Encarsia formosa, y en caso de agricultura ecológica aplicar jabón potásico y extracto de ajo.
Trips (Frankliniella occidentalis, Thrips tabaci).
Daños que ocasionan: Se alimentan raspando tejidos de hojas, flores y frutos, dañan las células superficiales y provocan manchas plateadas o cicatrices, y suelen ser vectores del virus del bronceado del tomate (TSWV).
Síntomas: Manchas plateadas o bronceadas en hojas jóvenes, deformaciones florales, y cicatrices superficiales en los frutos.
Solución: Trampas azules, extracto de neem y piretrinas naturales (en ecológico), y mallas antiinsectos en invernadero.
Araña roja (Tetranychus urticae).
Daños que ocasionan: se instala en el envés de las hojas y succiona el contenido celular, desarrolla telarañas finas en infestaciones severas.
Síntomas: punteado amarillo en las hojas, decoloración generalizada y caída prematura del follaje, y reducción del tamaño y número de frutos.
Solución: niveles altos de humedad reducen su actividad (excepto en exceso), introducción de depredadores naturales como Phytoseiulus persimilis, y azufre micronizado en aplicaciones preventivas (según normativa local).
Minador de hojas (Liriomyza spp.).
Daños que ocasionan: las larvas excavan galerías entre las capas de la hoja y afectan la capacidad fotosintética de la planta.
Síntomas: líneas blanquecinas o “caminos” serpenteantes en las hojas, pérdida de tejido funcional, y mayor susceptibilidad a enfermedades fúngicas por heridas abiertas.
Solución: eliminación de hojas infectadas, trampas adhesivas amarillas, y preparados de ajo y tabaco (en agricultura ecológica).
Orugas y larvas de lepidópteros.
Especies comunes: Spodoptera exigua (rosquilla verde), Helicoverpa armigera (oruga del tomate), Spodoptera exigua (rosquilla verde), Helicoverpa armigera (oruga del tomate).
Daños que ocasionan: se alimentan de hojas, flores y frutos en formación, y pueden perforar los frutos, haciéndolos inoperantes a nivel de mercado.
Síntomas: agujeros visibles en hojas y frutos, restos de excrementos en la base de la planta, y frutos malformados o abiertos.
Solución: feromonas sexuales para captura masiva, Bacillus thuringiensis (en ecológico), y eliminación manual en huertos pequeños.
Nematodos del suelo (Meloidogyne spp.).
Daños que ocasionan: son microscópicos y atacan las raíces, formando agallas o deformaciones, y limitan la absorción de agua y nutrientes.
Síntomas: plantas raquíticas, amarilleo general, y cuajado de frutos muy pobre.
Solución: rotación de cultivos con especies no hospedadoras, aplicación de materia orgánica rica en microorganismos antagonistas, y solarización previa del suelo en cultivos a campo abierto.
Recomendaciones preventivas para la invasión de Plagas en el cultivo de sandía.
Monitorear periódicamente el cultivo, fomentar el equilibrio ecológico con enemigos naturales, usar barreras físicas como mallas e incluso acolchado de papel biodegradable, que mejora la sanidad general del cultivo al mantener el entorno limpio y seco.
El uso de productos naturales y prácticas sostenibles no sólo protege el cultivo sino que reduce la dependencia de tratamientos químicos y favorece un sistema agrícola más saludable.
Enfermedades comunes de las sandías: identificación, prevención y control sostenible.
Las condiciones idóneas para sensibilizar nuestro cultivo de sandía y hacerlo propenso a generar estas enfermedades, son principalmente habitar en condiciones de alta humedad, temperaturas elevadas y suelos mal gestionados:
Oídio (Sphaerotheca fuliginea, Erysiphe cichoracearum).
Identificación: presencia de polvo blanco o grisáceo sobre la superficie de las hojas, especialmente en el haz, hojas arrugadas, secas o deformadas, desarrollo limitado de la planta y reducción del rendimiento.
Factores favorecedores: temperaturas entre 20° y 30°C, y alta humedad relativa.
Prevención y control: asegurar buena ventilación entre plantas, evitar excesos de nitrógeno, aplicación preventiva de azufre micronizado (en ecológico), y extractos de cola de caballo o bicarbonato potásico como tratamientos alternativos.
En estos casos, el uso de acolchado de papel biodegradable reduce la humedad en la base del cultivo y evita el rebote de esporas desde el suelo.
Mildiu (Pseudoperonospora cubensis).
Identificación: manchas angulares amarillas en el haz de la hoja y se vuelven marrones, moho grisáceo o violáceo en el envés, caída prematura de hojas y disminución drástica del rendimiento.
Factores favorecedores: alta humedad relativa, en niveles de 90%, lluvias frecuentes o riegos por aspersión, y temperaturas suaves, entre 18° y 24°C.
Prevención y control: cultivos en caballones bien drenados, riego por goteo en lugar de aspersión, y aplicaciones con infusión de ortiga o preparados con cobre (en agricultura ecológica). El acolchado de papel actúa en estas situaciones como barrera que evita salpicaduras del agua del suelo hacia las hojas, cortando el ciclo del patógeno.
Fusariosis (Fusarium oxysporum f.sp. niveum).
Identificación: amarillamiento progresivo de las hojas, comenzando por las más bajas, marchitez durante las horas de calor, que puede recuperarse por la noche, oscurecimiento y necrosis de los vasos conductores en el tallo y la raíz.
Factores favorecedores: suelos mal drenados o con antecedentes de infecciones, y temperaturas entre 20° y 28°C.
Prevención y control: uso de variedades resistentes (hay híbridos triploides con tolerancia genética), rotación de cultivos (mínimo 4 años sin cucurbitáceas), y mejorar la estructura del suelo con compost y biofertilizantes.
El acolchado de papel biodegradable mejora el entorno radicular, evitando el exceso de humedad directa sobre el cuello de la planta.
Antracnosis (Colletotrichum orbiculare).
Identificación: lesiones circulares hundidas de color marrón en hojas, tallos y frutos. Estos últimos presentan manchas acuosas que se hunden, con márgenes oscuros. Se presenta efoliación y caída del rendimiento.
Factores favorecedores: climas cálidos y húmedos, y alta densidad de plantas sin ventilación.
Prevención y control: eliminación de restos de cultivos infectados, aplicaciones con extracto de ajo, cobre o propóleos (en ecológico), y uso del acolchado de papel biodegradable para mantener el fruto separado del suelo. Además previene la propagación del hongo desde restos vegetales en el suelo.
Podredumbre del cuello (Didymella bryoniae).
Identificación: pérdida de turgencia súbita, necrosis en el cuello de la planta (punto de contacto con el suelo), tejidos blandos, acuosos y olor fétido si se complica con bacterias.
Factores favorecedores: suelo encharcado o pobremente aireado y contacto directo del tallo con restos húmedos.
Prevención y control: evitar contacto del tallo con el suelo desnudo, labranza profunda y drenaje eficiente, y aplicación de micorrizas o tricodermas en tratamientos ecológicos.
El acolchado de papel biodegradable es clave para evitar esta enfermedad, ya que aísla el tallo del contacto directo con el barro o la humedad.
Virus del mosaico del pepino (CMV).
Identificación: moteado o mosaico en hojas: manchas amarillas o deformaciones, crecimiento atrofiado y frutos malformados, y se transmite por pulgones y otras plagas.
Factores favorecedores: presencia de vectores (insectos), prácticas inadecuadas de higiene de herramientas.
Prevención y control: control biológico de pulgones y mosca blanca, uso de semillas certificadas y sanas, y eliminación inmediata de plantas con síntomas.
El acolchado de papel limita el desarrollo de malas hierbas y humedad, retrasando la aparición de vectores.
Tomemos nota sobre estas medidas de prevención para que podamos tener claridad sobre todas las aristas que debemos controlar:
Rotación de cultivos y uso de variedades resistentes, aplicación de materia orgánica y microbiología benéfica (tricodermas, micorrizas), instalación de riego por goteo y acolchado de papel biodegradable, monitoreo visual y eliminación de plantas afectadas, evitar el encharcamiento y mantener buena ventilación.
Reflexiones Finales.
Cultivar sandía es una actividad que siempre debemos añadir a nuestros mapas de ruta agrícola. Soñar con hacer un sembrado de sandía en espacios insospechados como terrazas, balcones, huertos domésticos, urbanos, invernaderos, y en nuestros campos abiertos…
¿Alguna vez lo imaginamos? Esta es una experiencia que seguramente nos deja una huella de gran aprendizaje y agradecimiento por permitirnos conectar y disfrutar los ritmos y procesos de la tierra, y poder ser los sabios artífices de la creación de vida vegetal, disfrute y productividad.
Hemos aprendido a crear nuestra bitácora de cultivo, que es un cuaderno de anotaciones diarias en el que llevamos registros de todos los pormenores y eventos de nuestra actividad. Desde el día en que vemos aparecer los primeros brotes, las primeras flores y los primeros frutos, así como también el estar atentos y preparados con el conocimiento y las herramientas adecuadas para hacerle frente los imprevistos no deseados (ya sabemos sobre las plagas y enfermedades), y cómo solucionarlo respetando nuestro hermoso entorno.
Así, cultivar sandía representa una fuente de riqueza agrícola de la que somos parte integral.