Bienvenidos de nuevo a nuestro espacio agrícola Novamulch. En esta oportunidad estudiaremos cómo cultivar apio. Una planta particular por sus múltiples usos desde tiempos ancestrales, muy apreciada hoy en día en mercados locales e internacionales, cuyas características agronómicas y requerimientos agrícolas son merecedores de estudio y análisis. Veamos a continuación y en detalle cómo cultivar apio, integrados con la agricultura sostenible y con excelentes niveles de comercialización.
Antecedentes históricos del apio. Origen ancestral.
El Apium graveolens, mejor conocido hoy en día como Apio, Apio España, Celeri, Sedano, entre otros, trae un origen milenario, desde el Antiguo Egipto y las zonas húmedas del Mediterráneo, en los que era utilizado en su forma silvestre para rituales y ceremonias, y además, como uno de los ingredientes indispensables en los preparados de la remota medicina.
Aparece citado en algunos documentos médicos como el Papiro Ebers, datado en siglo XVI a de C, en el que el Apium era un ingrediente empleado como diurético, laxante, antiséptico urinario y estimulante digestivo, así como en tratamientos para limpiar la sangre, aliviar la respiración, tratar fiebres y aliviar dolores en las articulaciones.
Por otro lado, el Apio era considerado como un símbolo sagrado y usado en ceremonias religiosas y como ofrenda funeraria. Esto lo evidenció el arqueólogo y egiptólogo británico Howard Carter (1874-1939), quien descubrió en 1922 la tumba del faraón Tutankamon (KV62) en Egipto, en el Valle de los Reyes.
Carter halló en una sábana de lino, restos botánicos de guirnaldas de hojas y flores entre las que se identificaron hojas de Apio silvestre, así como frutos cuya datación corresponde aproximadamente a la época del reinado de Tutankamón, alrededor del 1323 a de C. Este hallazgo fue una muestra del simbolismo que representó esta planta, asociado a la victoria, la purificación y la fertilidad, prácticas típicas de la realeza egipcia.
El Apio en la Antigua Grecia.
El valor simbólico y ritual del apio silvestre era de suma importancia sobre todo para los juegos ístmicos, los cuatro grandes juegos que los griegos antiguos celebraban en honor al dios Poseidón. Tenían lugar en el santuario de Poseidón en el istmo de Corinto, cerca del santuario de Istmia, de ahí su nombre. En estos juegos, los vencedores recibían coronas hechas de apio silvestre (selinon), lo que evidencia la relevancia de esta planta para la cultura griega antigua.
El Apio en la Antigua Roma.
Para los antiguos romanos, el apio (Apium graveolens), era muy valorado y se le daba distintos usos. Lo consumían como hortaliza en su forma silvestre, más amarga que la actual, sus hojas y tallos eran un condimento muy aromático que añadían en guisos, sopas y salsas, y se incluía en vinos y licores, como el Vinum Apianum, para realzar su sabor.
Asimismo,documentos de Plinio el Viejo, Dioscórides y Catón el Viejo hacen referencia al apio como remedio natural: como diurético y depurativo, para estimular el apetito y aliviar trastornos digestivos, en preparados para calmar los nervios y tratar el insomnio, y sus semillas eran utilizadas en infusiones con efectos calmantes y afrodisíacos.
En ciertos contextos y al igual que en la Antigua Grecia, el apio poseía un carácter funerario asociado a la muerte y el luto, pues se colocaba en guirnaldas y coronas funerarias, se ofrendaba a los Dioses, se usaba como planta purificadora y en festividades, por lo que muestra la doble valoración simbólica: en lo vital y en lo mortuorio.
El Apio en la Edad Media.
En este periodo se inicia la domesticación del Apium graveolens, el Apio, hacia las regiones de Europa del Norte, siguiendo su uso como medicinal, más que alimenticio.
El Apio en el Siglo XVII: aquí se comienzan a producir variedades con el fin de suavizar el sabor fuerte y amargo del apio silvestre, y estas van evolucionando hasta tomar la forma como la conocemos actualmente, un apio de tallo grueso y sabor más delicado y perfumado.
El Apio en los Siglos XVIII y XIX: durante estos periodos ya se cultiva para consumir en los huertos europeos, y en Francia, Inglaterra e Italia se inicia el desarrollo de las primeras técnicas de blanqueo de los tallos, que aún se practican en la actualidad para mejorar la textura y el sabor del apio cultivado.
El apio llega a América del Norte a finales del Siglo XVIII.
Hacia 1769, el New‑York Chronicle recomendaba “trasplantar apio en zanjas para blanquearlo”. Las primeras semillas fueron importadas desde Londres y esto nos confirma que cultivar apio para ese entonces ya era una práctica habitual con fines culinarios, consolidándose a nivel comercial.
Para el Siglo XIX, el cultivo de apio se extiende a gran escala en el territorio de América del Norte, gracias a las comunidades de inmigrantes europeos, especialmente italianas y alemanas, que trajeron conocimientos agrícolas y variedades mejoradas. Una de las regiones pioneras en cultivar apio fue Kalamazoo en el estado de Michigan, donde las condiciones de suelo y clima eran ideales, y a finales del siglo XIX, esa zona se convirtió en uno de los principales centros productores del país, conociéndose como la capital mundial del apio.
En el primer libro de cocina estadounidense publicado en 1796, American Cookery, escrito por Amelia Simmons, aparecen recetas de apio como acompañamiento de platos principales, y a comienzos del Siglo XIX, en 1806, Bernard M’Mahon documenta tres variedades cultivadas en The American Gardener’s Calendar.
El Apio en América Latina.
En México, el cultivo de apio se inicia en zonas templadas del centro del país como el Estado de México, Puebla y Guanajuato. También se utilizó como planta medicinal tradicional, aprovechando sus propiedades digestivas y diuréticas.
En Chile, durante el siglo XX y especialmente en la zona central del país, el cultivo de apio se integró a la agricultura intensiva y actualmente es parte habitual del sistema de cultivos de hortalizas en rotación.
En Argentina, el cultivo de apio se desarrolló en regiones como Buenos Aires y Mendoza, expandiéndose a la comercialización del mercado interno y la exportación.
En el Siglo XX y hasta nuestros días, cultivar apio es una actividad agrícola de alto valor en el mercado americano. Esta hortaliza forma parte del día a día de las dietas saludables, y es un ingrediente muy apreciado en caldos, cremas, jugos verdes, ensaladas, y esto lo convierte en un producto de alto valor comercial en supermercados y tiendas especializadas.
Características agronómicas del Apio.

Esta es una hortaliza de ciclo largo perteneciente a la familia de las Apiáceas o Umbelíferas (pues sus flores están organizadas en umbelas, que son estructuras con forma de paraguas, en las que numerosos pedúnculos radiales emergen desde un punto común). Este es uno de los grupos de plantas con flor más importantes del reino vegetal, como el perejil, el hinojo o la zanahoria.
Estudiemos su morfología, si deseamos aprender cómo cultivar apio dentro de un marco más completo.
Raíz primaria: es una raíz central y robusta que crece verticalmente hacia abajo a partir de la semilla y proporciona un anclaje profundo y una asimilación muy eficaz de recursos. Es el eje principal del sistema radicular, del cual surgen raíces secundarias laterales más finas. En variedades como el apio-rábano, la raíz se hipertrofia formando un bulbo comestible.
Tallo: Este no es un tallo típico como en otras plantas. En realidad es un pecíolo engrosado, es decir, la parte del tallo que sostiene la hoja. Sin embargo, botánicamente se conoce como tallo. Su forma y estructura permiten que sea crujiente, firme y a la vez flexible y eficiente para transportar la savia. Esto lo convierte en el elemento vegetal crucial para la planta y el consumo.
Hojas: compuestas de color verde intenso. Las hojas externas son más grandes, en tanto que las centrales protegen la yema de crecimiento.
Inflorescencia: umbela compuesta de pequeñas flores blanco-verdosas. La umbela es un tipo de inflorescencia, una forma específica en la que las flores se agrupan en la planta. En las umbelas, las flores nacen a partir de un punto común hacia el extremo del tallo floral, y cada flor se sostiene de un tallo individual o pedicelo, por lo que crea su forma característica plana o ligeramente convexa. Esto es distintivo de la familia Apiaceae, como el apio, el perejil, el hinojo, el cilantro o la zanahoria. Por esta estructura, estas hortalizas son muy atractivas para los insectos polinizadores, y para identificarlas botánicamente.
Fruto: de forma ovalada y aplanada. Al madurar se divide en dos mericarpos, o unidades reproductivas diseñadas para proteger la semilla y dispersarla naturalmente.
Más información sobre el apio en este link:
https://es.wikipedia.org/wiki/Apium_graveolens
¿Qué variedades podemos elegir para cultivar apio?

Es aquí donde vamos a tomar decisiones. Qué variedad vamos a seleccionar según las condiciones en las que vamos a cultivar apio, qué tipo de entorno tenemos a nuestra disposición, y cuáles son las condiciones climáticas y la capacidad de riego en nuestra zona de sembrado.
Además, elaborando de antemano un bien pensado mapa de ruta, podemos diversificar nuestra producción y adaptarnos fácilmente a las demandas del mercado o a nuestras necesidades domésticas de consumo.
En primer lugar, analicemos los tres grupos principales de variedades y cuáles tienen más salida comercial.
Apio de penca o apio de tallo (Apium graveolens var. dulce).
Esta variedad quizás es la más popular por su forma blanqueada. Sus tallos son alargados, gruesos y carnosos, sus hojas verdes y aromáticas son atrayentes a la vista del consumidor, su cultivo se adapta con facilidad tanto en campo abierto como en espacios más reducidos, y al hacer el blanqueo en las pencas, suavizamos el sabor y mejoramos el color.
¿A qué llamamos blanqueo?
Es una técnica agrícola por medio de la cual privamos parcialmente a las plantas de la exposición de luz solar, con el fin de disminuir la producción de clorofila y de esta manera modificamos su color, textura y sabor. Así, vamos a obtener hojas y tallos más pálidos, tiernos y con un sabor más suave y menos amargo.
¿Cuáles son los métodos de blanqueo más comunes?
Iniciamos esto entre 2 y 3 semanas antes de la cosecha de nuestros apios, cuando las pencas hayan logrado una longitud suficiente.
Aporcado: a medida que crecen las pencas, amontonamos la tierra alrededor de ellas y las cubrimos parcialmente.
Cubierta con material opaco: es muy recomendable cubrir las pencas con acolchado de papel biodegradable para lograr resultados más saludables para la planta y más efectivos durante este proceso de blanqueo.
Método tradicional: Cultivo en zanjas. Aquí sembramos el apio en zanjas profundas y vamos rellenando poco a poco para cubrir los tallos.
El blanqueo es muy recomendable para mejorar las características agronómicas del apio siguiendo una línea ecológica, pues obtendremos un cultivo más tierno, crujiente y de sabor delicado, lo que hará que nuestra producción resulte más comercializable, sana y atractiva para nuestros consumidores.
Variedades más destacadas del apio de penca o apio de tallo.
Tall Utah: muy popular por su sabor suave y tallos crujientes. Buena resistencia al espigado.
Golden Pascal: crecimiento vigoroso y tallos amarillentos después del blanqueo.
Conquistador: precoz, ideal para climas cálidos, con tallos lisos y uniformes.
Green Giant: variedad robusta y de alto rendimiento, muy cultivada en agricultura intensiva.
Apio nabo o Apionabo (Apium graveolens var. rapaceum).
Esta variedad es muy aromática y valorada en el mercado centroeuropeo, por su raíz engrosada y esférica, especial para añadir en purés, guisos y platos gourmet. El follaje es más corto que el del apio de hoja, pero muy similar, y para su cultivo requiere un ciclo largo y suelos profundos.
Aquí presentamos algunas variedades más comunes.
Brilliant: raíz grande, blanca, firme, con buena capacidad de conservación.
Prinz: compacta, precoz, suave sabor.
Ibis: fácil de pelar y muy cultivada en agricultura ecológica.
Aquí mostramos un video muy ameno sobre la variedad de Apionabo.
Apio de hoja o apio de corte (Apium graveolens var. secalinum).
Esta especie es también muy apreciada y se cultiva frecuentemente por su follaje aromático, que podemos utilizar como condimento en fresco o en seco. No desarrolla tallos gruesos o raíces engrosadas, muy efectiva como planta culinaria y medicinal, y su cultivo se adapta fácilmente a superficies reducidas e ideal para ser cosechada en forma escalonada.
Variedades populares de esta especie.
Amsterdam Cutting: de hojas muy finas y crecimiento rápido.
Delicato: más compacto, con sabor intenso.
Par-Cel: híbrido entre apio y perejil, muy apreciado en la gastronomía.
Elección de la variedad de Apio según el uso y el clima.
Hagamos un análisis de variedades de acuerdo al destino que hemos planificado para nuestro mapa de ruta agrícola.
Finalidad del cultivo: para consumo al fresco.
Variedad recomendada: Tall Utah y Green Giant.
Características: tallos largos y crujientes.
Finalidad del cultivo: para cocina gourmet.
Variedad recomendada: Brilliant y Prinz.
Características: raíz redonda y blanca.
Finalidad del cultivo: como condimento.
Variedad recomendada: Amsterdam Cutting y Par-Cel.
Características: hojas finas y aroma intenso.
Finalidad del cultivo: apropiada para climas cálidos.
Variedad recomendada: Conquistador.
Características: resistente al espigado.
Finalidad del cultivo: apropiada para la agricultura ecológica.
Variedad recomendada: Ibis y Delicato.
Características: buena adaptación y excelente sabor.
Requerimientos climáticos recomendables para cultivar apio.
El Apium graveolens es una hortaliza propia de climas templados y exige condiciones climáticas específicas para desarrollar todo su potencial. Como es sensible a temperaturas extremas, se hará necesario hacer una previa revisión detallada de las condiciones requeridas en cuanto a fluctuaciones de temperatura, si las hay, humedad y exposición solar del área o entorno que hemos elegido para cultivar apio.
Aquí mostramos las condiciones requeridas para lograr un sembrado de alta calidad y productividad: temperatura moderada sin fluctuaciones, que oscile entre 15°C y 21°C, y no inferior a 5°C pues el crecimiento se verá ralentizado. Si se eleva a 25°C o más, induciremos el espigado y la floración prematura lo que no es recomendable.
Durante la fase de germinación debemos mantenernos entre 18°C y 22°C. En esta etapa, temperaturas hasta 25°C o superiores producirán tallos fibrosos, más amargos y menor desarrollo vegetativo. En el caso de las plántulas jóvenes, el hábitat que necesitamos controlar es bastante delicado, pues por debajo de 10°C ocurrirá un espigado prematuro y arruinaremos nuestra cosecha. Durante las primeras fases del sembrado, debemos evitar temperaturas de 10°C o menos para que no acelerar la floración y podamos inducirla en su tiempo adecuado.
Estudiemos brevemente el siguiente cuadro de factores climáticos:
Cultivar apio en climas templados a húmedos. Recomendaciones: adecuado para el cultivo. Permite ciclos prolongados y altos rendimientos.
Cultivar apio en climas cálidos a secos. Recomendaciones: seleccionar variedades resistentes al calor. Riego frecuente y hacer uso del acolchado de papel biodegradable para conservar la humedad adecuada.
Cultivar apio en climas fríos. Recomendaciones: evitar trasplantes durante las heladas. Cultivar bajo túneles o invernaderos en áreas con riesgos de producir espigados fuera del ciclo lógico del cultivo.
Cultivar apio en zonas sometidas a fuertes vientos y condiciones meteorológicas adversas. En estas regiones el apio puede deshidratar su follaje y sus hojas podría sufrir quemaduras. En caso de lluvias intensas y frecuentes, proliferan las enfermedades fúngicas si no logramos controlar adecuadamente el drenaje y el sistema de ventilación. Aquí es muy importante que hagamos uso de barreras naturales y estructuras cortaviento, sobre todo si vamos a cultivar apio en campo abierto.
¿Cómo cultivar apio en diferentes entornos? Preparación del suelo y nutrición adecuada para cada caso.

Para llevar a cabo con éxito nuestro plan de cultivar apio, es fundamental hacer un mapa de ruta en el que diseñemos en detalle y por pasos, todos los eventos que se van a suceder unos a otros. Desde en entorno con el que contamos, la preparación del suelo, las rotaciones o enmiendas que deban hacerse si es que vamos a «cultivar sobre suelo ya cultivado», así como el uso del acolchado de papel biodegradable para asegurarnos la sanidad general de todo el proceso, los tiempos de aplicación de nutrientes y fertilizantes ecológicos, los tiempos de cosecha, el almacenamiento, y, si es el caso, la distribución o transporte de nuestro producto. Esta información nos ilustra sobre los métodos apropiados sobre cómo cultivar apio.
Comencemos por cultivar apio en campo abierto.
Esta práctica agrícola es muy común en climas templados, y recomendable hacerla en microclimas frescos y húmedos, especialmente durante primavera y otoño.
La selección del área de cultivo va a determinar, entre otras variables, la calidad del producto final, y por esto es esencial ubicar una zona que tenga fácil acceso a un sistema de riego eficiente, y la posibilidad de recibir luz solar directa mas no excesiva, entre 4 y 6 horas diarias.
El apio necesita humedad constante y para esto nuestro asistente, el acolchado de papel biodegradable, juega un rol crucial pues va a controlar y mantener la humedad adecuada en cada fase del cultivo. Además, inhibe y evita no sólo los encharcamientos y lixiviaciones, sino la aparición y proliferación de malas hierbas como la Juncia.
Es importante anotar que el agua que vamos a utilizar para el riego, debe tener baja salinidad en la medida de lo posible porque el apio es sensible a la acumulación de sales. Por lo tanto, el suelo que hemos dispuesto para cultivar apio debe ser profundo, con buenas condiciones de drenaje y un pH ligeramente ácido o neutro, entre 6,0 y 7,0, y alto nivel de materia orgánica.
Mostramos cómo cultivar apio en campo abierto:
La textura del suelo.
Quiere decir, la proporción relativa de partículas minerales como arena, limo y arcilla, puede ser: Franco-arenosa (suelta, bien drenada, con suficiente capacidad de retención hídrica). Franco-limosa (ideal para suelos fértiles con buena retención de nutrientes). Franca (equilibrio entre arena, limo y arcilla, con buena capacidad de intercambio y estructura estable).
¿Qué texturas de suelo debemos evitar?
- Arenosa pura (drena el agua y los nutrientes con rapidez, baja capacidad de retención y fertilidad).
- Arcillosa compacta (retiene demasiada agua, provoca encharcamientos y asfixia radicular).
- Pedregosa (impide el desarrollo uniforme de raíces y dificulta el manejo del cultivo).
¿Qué prevenciones vamos a tomar en cuenta sobre las características del terreno para cultivar apio en campo abierto?
- Evitemos suelos en los que se haya cultivado anteriormente y en tiempos recientes, otras especies umbelíferas como zanahoria, perejil y cilantro, para prevenir acumulación de patógenos específicos.
- Recomendamos regiones que hayan sido abonadas con compost orgánico y sin uso reciente de herbicidas o plaguicidas sintéticos.
Tipos de labranza más adecuados para cultivar apio en campo abierto.
El apio es una hortaliza que requiere condiciones agronómicas y agrícolas específicas. Su sistema radicular es relativamente superficial, por lo que es importante hacer estos cultivos en suelos sueltos, profundos y bien aireados, como ya lo analizamos. La labranza jugará un rol determinante para aflojar el suelo y romper compactaciones.
Si seleccionamos un método adecuado para labrar nuestro suelo, obtendremos los siguientes beneficios.
- Haremos mucho más fácil el desarrollo radicular.
- Permitimos la correcta infiltración y retención de agua.
- Favorecemos la calidad del intercambio gaseoso y la actividad microbiológica.
- Eliminaremos los restos vegetales y malas hierbas residuales, para iniciar nuestra siembra o trasplante con mayor seguridad.
- Facilitamos la incorporación de materia orgánica y otros fertilizantes ecológicos.
Estudiemos a continuación los diferentes tipos de labranza adecuados para cultivar apio.
Labrado profundo o subsolado.
El subsolado consiste en una labranza que se hace por debajo del nivel de arado tradicional, a profundidades aproximadas entre 30 y 60cm, sin voltear el suelo y en zonas donde se presenta compactación del subsuelo, o en suelos arcillosos pesados. Esto permite romper las capas endurecidas, mejorar el drenaje y favorecer el desarrollo radicular profundo.
Labrado primario o volteo (arar).
Se hace hacia una profundidad entre 25 y 35cm, y con este método se logra eliminar restos de un cultivo anterior y especialmente en aquellos en los que se requiere un control inicial de malas hierbas. De esta forma se prepara el suelo para continuar las labores habituales de sembrado.
Labrado secundario (refinado).
Este se hace hacia una profundidad entre 10 y 20cm, utilizándose gradas de discos o un rotocultivador, para deshacer los terrones remanentes luego de haber arado el suelo. Con esto se busca lograr una textura mullida y homogénea que es la adecuada para el trasplante de apio.
Es recomendable formar bancales elevados o caballones, específicamente para suelos que tengan insuficiente capacidad de drenaje, pues así evitaremos que se produzcan encharcamientos y favorecemos la aireación del sistema radicular. Además, ayudamos a obtener irrigaciones localizadas.
¿Cuándo incorporamos los primeros nutrientes?
Lo haremos durante la segunda etapa de la labranza. Añadimos compost bien descompuesto, vermicompost o abonos verdes triturados. Así mejoramos la calidad del suelo para nuestro cultivo ecológico de apio.
¿Qué alternativas tenemos para hacer una labranza reducida o sostenible?
Estas son labranzas mínimas o de conservación. Haciendo uso de herramientas manuales o moticultores, podemos reducir la intensidad del laboreo para conservar la vida microbiana. Favorecemos la agricultura regenerativa, reducimos la erosión y conservamos la capa fértil.
¿Cómo podemos saber si nuestro suelo está en condiciones de iniciar el trasplante o la siembra de los apios?
Haremos una serie de pruebas previas y tomaremos notas:
- Si al tomar un puñado de suelo húmedo se deshace fácilmente, esta será la estructura adecuada.
- Si forma bolas duras o plastificadas, nuestro suelo presenta exceso de arcilla.
- Si se escurre entre los dedos y no cohesiona, hemos añadido demasiada arena.
¿Cómo podemos mejorar la textura y la estructura del suelo para cultivar apio con resultados óptimos?
Vamos a incorporar materia orgánica como compost, humus de lombriz o estiércol compostado vegetal. En todos estos casos deben estar bien descompuestos, sueltos y secos.
- Recomendamos hacer uso del acolchado de papel biodegradable para proteger el suelo ya preparado y mejorar mejora su biología.
- Evitaremos pisar y compactar; no debemos trabajar nuestro suelo si presenta excesos de humedad.
- Podemos practicar rotaciones con cultivos que mejoren la naturaleza del suelo, como leguminosas o abonos verdes.
Desinfectando el suelo para cultivar apio en campo abierto.
Particularmente, el apio es una planta sensible a las enfermedades habituales del suelo. Si deseamos lograr un cultivo robusto, sano y duradero, la solución más viable es la de preparar y sostener la tierra con nutrientes y fertilizantes análogos a ella: naturales, ecológicos, orgánicos.
De lo contrario, la estaríamos forzando y modificando agresivamente y tarde o temprano veremos los resultados por utilizar productos que, si bien es cierto, eliminan plagas y enfermedades en tiempo récord, así como podemos obtener cosechas voluminosas y muy atractivas a la vista de nuestros consumidores, a la larga el nivel de deterioro se va a hacer sentir y quizás sin posibilidad de retorno.
Es por todo esto que, cuando necesitamos hacer una desinfección del suelo sobre el que vamos a cultivar apio u otra hortaliza, debemos hacernos responsables y conscientes de los productos que utilizaremos no sólo para eliminar residuos de anteriores cultivos, o remanentes de plagas y enfermedades que pueden reproducirse sucesivamente, sino para alimentar y reforzar nuestro suelo con elementos que puedan biodegradar y volver a nutrirlo para siguientes sembrados.
Los métodos naturales, físicos y biológicos, permiten reducir la presencia de patógenos, nematodos y semillas de malas hierbas, sin dañar la biodiversidad del ecosistema edáfico.
Los objetivos que esperamos al hacer una desinfección ecológica son:
- Reducir la carga de hongos patógenos (como Fusarium, Pythium, Rhizoctonia).
- Disminuir la población de nematodos fitoparásitos.
- Eliminar semillas remanentes y predecibles de malas hierbas, sin usar herbicidas.
- Mejorar el equilibrio microbiológico del suelo antes de la siembra o trasplante.
Podemos hacer una biofumigación con materia orgánica fresca. Incorporamos materia orgánica rica en compuestos azufrados, como brásicas (mostaza, nabo, colza), alfalfa o compost verde fresco.
Extendemos y cubrimos el suelo con acolchado de papel biodegradable para retener los gases liberados durante la fermentación anaerobia. Dejamos que cumpla su función alrededor de 15 a 30 días.
Esto va a generar compuestos naturales volátiles (como isotiocianatos) que suprimen hongos, bacterias y nematodos, y al mismo tiempo mejora la estructura del suelo y lo hace mucho más fértil.
Otro método natural es el de aplicar microorganismos benéficos.
Estos microorganismos son los siguientes:
- Trichoderma spp.: es antagónico a los hongos patógenos.
- Bacillus subtilis: refuerza la defensa del sistema radicular.
- Micorrizas arbusculares: estimulan la absorción de nutrientes y protegen frente a un eventual estrés radicular.
Forma de aplicación:
- Incluyendo en las irrigaciones o incluirlos al material del compost o sustrato.
- Luego de haber hecho una solarización o biofumigación del suelo (con abonos verdes), para favorecer la reactivación de la vida de microorganismos beneficiosos como bacterias, hongos, actinomicetos, algas y protozoos, que habitan en el ecosistema edáfico (suelo) y desempeñan funciones esenciales para el desarrollo sano de las plantas y el equilibrio ecológico.
Tengamos siempre presente que un suelo rico con esta vida microbiana será mucho más fértil, sano, resiliente y productivo. Es la base de la agricultura ecológica regenerativa, ya que permite reducir insumos externos y fomentar un ecosistema natural equilibrado.
También podemos hacer desinfección dejando descansar nuestra tierra, añadiendo barbecho verde (cobertura vegetal temporal, de rápido crecimiento, biodegradable y próximo nutriente natural, que mejora la fertilidad de la tierra, la protege de la erosión, y favorece su regeneración natural, en lugar de dejarla totalmente desnuda o improductiva), con plantas favorecedoras como leguminosas, que regeneran la microbiota del suelo.
¿Cómo hacemos una fertilización ecológica en campo abierto para cultivar apio?

Aquí presentamos varios insumos y prácticas.
Materia orgánica base:
- Es esencial para mejorar la naturaleza del suelo, la retención de agua y la fertilidad.
- Añadimos compost vegetal maduro, procedente de restos vegetales bien descompuestos.
- Bocashi vegetal, que es compost fermentado con microorganismos eficaces.
- Turba vegetal o fibra de coco compostada, estas enmiendas ayudan a mantener la humedad y aireación, e implementando el acolchado de papel biodegradable, reforzaremos esta función.
- Biochar activado: mejora la retención de nutrientes y estimula la vida microbiana.
Aportes de fósforo (P):
- Para cultivar apio, es un elemento determinante para promover el desarrollo radicular inicial.
- Roca fosfórica natural molida: como fuente de liberación lenta y prolongada.
- Ceniza vegetal de leguminosas: que contiene trazas de fósforo y otros minerales.
- Harina de basalto: rica en minerales traza y fósforo disponible a largo plazo.
Aportes de potasio (K):
- Es esencial para permitir la formación de tallos fuertes, la calidad organoléptica y la resistencia al estrés hídrico.
- Ceniza de madera tamizada: rica en potasio, calcio y oligoelementos.
- Langbeinita: roca natural rica en potasio y magnesio, aceptada en agricultura ecológica.
- Harina de algas marinas o extracto seco de algas: mejora la resistencia y vigor del cultivo.
Aportes de calcio y magnesio (Ca y Mg):
- Son cruciales para lograr la firmeza de las pencas y para prevenir fisiopatías como la necrosis apical.
- Cal dolomítica: fuente natural de calcio y magnesio. Además, regula el pH del suelo.
- Polvo de basalto: esta enmienda mineral mejora la estructura del suelo y libera minerales gradualmente.
- Zeolitas naturales: mejoran la capacidad de intercambio catiónico y la disponibilidad de calcio.
Enmiendas biológicas y bioestimulantes.
Favorecen la vida microbiana del suelo y mejoran la asimilación de nutrientes.
Té de compost vegetal oxigenado, que estimula la microbiota beneficiosa del suelo.
Extracto fermentado de ortiga o consuelda, esencial para fortalecer el metabolismo de la planta y activar sus defensas naturales.
Microorganismos eficaces como Bacterias ácido-lácticas (como Lactobacillus spp.), Bacterias fotosintéticas (como Rhodopseudomonas spp.), Levaduras (como Saccharomyces cerevisiae), Actinobacterias (como Streptomyces spp.), Hongos beneficiosos (como Trichoderma spp. y micorrizas), que podemos añadir incorporados al compost o bocashi para enriquecerlo antes de su aplicación, diluidos en agua (1:100 o según el producto), y aplicados por riego o pulverización al suelo días antes del trasplante, o bien como té de compost oxigenado en forma baño de raíces o riego activador.
Cultivar apio en invernadero.
En espacios protegidos como el invernadero tenemos más probabilidades de lograr cultivar apio en condiciones climáticas controladas, con un crecimiento más uniforme, saludable y de mejor calidad, pues está menos expuesto a variaciones térmicas, heladas, exceso de lluvias o sequías, y menos posibilidades de enfrentar plagas y enfermedades, siempre y cuando llevemos una bitácora de control durante todo el proceso del sembrado.
Preparando el suelo para cultivar apio en invernadero.
Los requerimientos que ya hemos estudiado en este espacio agrícola sobre la preparación adecuada del suelo para cultivar apio en campo abierto, se aplica igualmente para el resto de los entornos. Sin embargo, repasemos un poco lo que hemos visto:
Es recomendable lograr un equilibrio entre la capacidad de retención de agua y la adecuada aireación, como prevenir encharcamientos y permitir la expansión del sistema radicular de nuestras plantas. Para esto necesitamos un suelo franco o franco-arenoso, ligero, profundo, suelto y con buen drenaje, al igual que haremos una labranza superficial y liviana para poder conservar la microbiota del suelo.
Vamos a enriquecer el suelo con materia orgánica como compost vegetal maduro, elaborado con restos de poda, residuos de cultivos y hojas, Bocashi vegetal ( ya hemos analizado su composición), Biochar activado, para que podamos aumentar la capacidad de intercambio catiónico y la retención de nutrientes, y Turba vegetal o fibra de coco compostada que es muy importante para suelos pobres o muy arenosos.
Ajustamos el pH entre 6,0 y 7,0, y en caso de un suelo demasiado ácido, podemos corregirlo con cal dolomítica ecológica como fuente natural de calcio y magnesio, ceniza vegetal tamizada que además de elevar el pH, aporta potasio y micronutrientes, y evitaremos el uso de correctores de pH de origen animal (como cáscara de huevo o harina de hueso).
El Té de compost vegetal oxigenado nos permitirá inocular microorganismos beneficiosos, los microorganismos eficaces serán muy favorables para fortalecer la estructura y la biodisponibilidad de nutrientes, y los extractos fermentados de ortiga y consuelda van a estimular la microbiología y fortalecer la planta desde sus primeras fases de crecimiento.
Una vez cumplida esta etapa de preparación del suelo, podemos extender el acolchado de papel biodegradable para proteger la estructura que ya hemos formado, comenzar a establecer un patrón estable y continuo de humedad que nos evitará crear encharcamientos, inhibiremos la proliferación de malas hierbas como la Juncia y protegemos el sembrado de eventuales fluctuaciones térmicas aun dentro del invernadero.
Durante el cultivo, tengamos presente aportar té de compost vegetal oxigenado, extractos fermentados de ortiga, consuelda y cola de caballo que son ricos en micronutrientes, fortalecen tejidos y estimulan el crecimiento, y soluciones líquidas de algas marinas como fuente natural de potasio, reguladores del crecimiento y oligoelementos. No olvidemos las infusiones de abonos verdes fermentados como la avena o leguminosas, para ciclos vegetativos avanzados.
Cultivar apio en huertos domésticos y urbanos.
Estos entornos son una forma gratificante de producir alimentos frescos, libres de pesticidas, así como nos ofrece una oportunidad para compartir en familia y con nuestra comunidad cercana.
¿Cuáles son las condiciones básicas para cultivar apio en huertos domésticos y urbanos?
Analicemos este reporte.
- Luz: necesitamos al menos 4 a 6 horas diarias de luz solar directa.
- Temperatura: se adapta muy bien a climas templados, entre 15 y 21°C.
- Recipientes adecuados: el apio puede cultivarse en macetas profundas, jardineras o mesas de cultivo, siempre que tengan buena capacidad de drenaje.
En este video aprendemos cómo construir y distribuir bancales para nuestros huertos urbanos y domésticos.
Preparación del suelo o sustrato:
Textura ideal: utilizamos un sustrato ligero, suelto y aireado, que conserve bien la humedad y no sea susceptible a encharcamiento, como ya vimos. La bandeja de cultivo debe tener agujeros de drenaje. En el fondo colocaremos una capa de grava o arcilla expandida, 50 % de tierra vegetal, 30 % de compost y 20 % fibra de coco o perlita, previo a la siembra añadimos compost maduro, humus de lombriz o estiércol compostado para enriquecer el sustrato.
Tengamos a mano:
- Fertilizantes orgánicos o de liberación lenta.
- Macronutrientes (Nitrógeno (N): té de compost, humus líquido, purín de ortiga, Fósforo (P): ceniza de madera en pequeñas cantidades, Potasio (K): ceniza de madera, extracto de consuelda, fertilizante líquido orgánico rico en K.)
- Micronutrientes (Calcio, magnesio y boro: cáscara de huevo molida, dolomita, soluciones minerales naturales.
- Asociaciones beneficiosas: podemos sembrar nuestro apio cerca de cebollas, puerros o lechugas, pues no competirán por espacio radicular y son repelentes naturales de las plagas.
Cultivar apio en macetas.
Esta es una opción práctica, aromática y efectiva que podemos aprovechar en nuestros hogares, pues esta hortaliza versátil se adapta muy bien al cultivo en recipientes de 30cm de profundidad aproximadamente, y de 25 a 30cm de diámetro, y con varios orificios en su base. Debemos colocar los recipientes de tal manera que puedan recibir luz solar directa durante 4 a 6 horas diarias.
La mezcla recomendada de tierra será 50 % tierra vegetal de calidad (preferiblemente sin turba), 30 % compost maduro o humus de lombriz y 20 % material aireante como perlita, fibra de coco o arena gruesa. Antes de sembrar las semillas o plántulas, colocaremos materia orgánica suficiente pues en estos recipientes los nutrientes se agotan con facilidad. Recordemos llevar nuestra bitácora de mediciones y control para mantener la calidad de nuestro sembrado.
Durante el proceso de cultivo añadiremos el resto de nutrientes orgánicos como ya hemos visto y previa medición. (té de compost, purín de ortiga, fertilizante líquido NPK equilibrado, extractos fermentados de plantas como alfalfa, ortiga o consuelda, humus líquido, ceniza de madera en pequeñas dosis, pasada por tamiz y pulverizada, y fertilizantes foliares ecológicos para evitar el amarilleo foliar).
Es importante eliminar las hojas secas o con anomalías como manchas o amarilleo, para que nuestro apio pueda concentrar sus energías en la producción de pencas y hojas robustas.
En esta muestra podemos obtener semillas de apio desde la misma planta. Veamos.
Cultivar apio en terrazas y balcones.
Esta hortaliza se adapta fácilmente a este y cualquier otro tipo de entorno, aun cuando es una planta exigente en cuanto a agua y nutrientes. Sin embargo, llevando un control continuo del tiempo del sembrado, vamos a lograr una cosecha sana, robusta, y muy atractiva a la vista. En este caso necesitamos luz solar directa entre 5 y 6 horas diarias, y en zonas muy cálidas debemos implementar sombreados parciales en las horas más intensas.
Si nuestras terrazas y balcones están expuestos a vientos prolongados o eventuales fuertes, recomendamos colocar cortavientos o disponer las plantas bajo túneles de mallas y material ecológico para protegerlas. Los entornos deben tener una profundidad de 30cm para que el sistema radicular pueda desarrollarse por completo. Tengamos presente que en estos casos también se agotan los nutrientes con rapidez, y por ello vamos a hacer mediciones y tener a mano aquellos que se hayan absorbido, para conservar el suelo equilibrado y la buena calidad del cultivo. Los riegos van a ser frecuentes, moderados y evitaremos tanto la resequedad del suelo, como el encharcamiento.
Mantenimiento adecuado para cultivar apio.
Cuando diseñamos nuestro mapa de ruta agrícola para cultivar apio, en todo momento debemos tener en mente que estas hortalizas son susceptibles a las variaciones hídricas, nutricionales y a la naturaleza mutable del suelo, por lo cual es esencial que hagamos una bitácora de seguimiento y control sobre todo el desarrollo de las fases de nuestra siembra.
Necesitamos un sistema de irrigación estable, por goteo preferiblemente, para evitar el contacto directo del agua con las hojas. Aquí el acolchado de papel biodegradable juega un rol fundamental porque se encarga de sostener una humedad equilibrada durante todo el proceso, y controla la proliferación de las malas hierbas.
Cada 10 a 15 días vamos a aplicar compost vegetal, biofertilizantes líquidos ecológicos como extractos fermentados de ortiga, consuelda o té de compost, y en todo momento observaremos la evolución y estructura de las pencas: su color, firmeza y crecimiento, para actuar en caso de que se presenten anomalías.
La fertirrigación también es esencial en estos cultivos, pues estos preparados activados mantienen la vitalidad y la adecuada actividad biológica del suelo.
Los extractos vegetales ecológicos, como infusión de ajo, cola de caballo y jabón potásico, son excelentes tratamientos preventivos en caso de presentarse señales de aparición de plagas y enfermedades.
Cuando así se requiera, haremos blanqueo colocando acolchado de papel biodegradable o aporcado con compost vegetal, manteniendo la ventilación adecuada para prevenir acumulación de humedad, especialmente en los casos del cultivo en espacios reducidos e invernaderos.
El acolchado de papel biodegradable es necesario para cultivar apio en cualquier entorno.
El acolchado de papel es una técnica agrícola de avanzada y sostenible, una necesidad agronómica, y hoy en día es una herramienta indispensable para proteger y conservar cualquier tipo de cultivos y entornos, desde campos abiertos hasta espacios reducidos.
El acolchado de papel biodegradable está específicamente diseñado para funcionar como barrera física, y por lo tanto, inhibe la aparición y proliferación de las malas hierbas como la temida Juncia. Es muy apropiado para asistirnos si dentro de nuestro mapa de ruta tenemos en lista cultivar apio.
Reduce la evaporación de agua y nutrientes, conservando permanentemente los niveles adecuados de humedad, lo que nos permite reducir costes considerables.
Protege la estructura de las plantas, pues al estar extendido sobre el suelo desde el inicio de la siembra de semillas o el trasplante, el acolchado de papel evita que los frutos y hojas entren en contacto directo con el suelo, y así prevenimos daños irreversibles y aparición de hongos y bacterias nocivas.
El acolchado de papel se biodegrada, y se convierte en nutriente esencial para enriquecer el suelo con materia orgánica vegetal, muy necesario para los siguientes cultivos.
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Examinemos ahora las ventajas ecológicas del acolchado de papel frente al acolchado de plástico.
Es 100% biodegradable, compostable, no deja residuos contaminantes pues está fabricado a partir de fibras celulósicas naturales, y se adapta a todos los tipos de producciones sostenibles, ecológicas y regenerativas como el cultivo de apio.
Asimismo, el acolchado de papel respeta los ciclos naturales del ecosistema agrario. Es perfectamente compatible con prácticas de agricultura ecológica certificada.
Reduce la dependencia de polímeros derivados del petróleo.
Al biodegradarse, incrementa la actividad microbiana del suelo y a diferencia del plástico (que provoca exudación y ahogamiento del suelo y del sistema radicular), el acolchado de papel permite la respiración y aireación adecuadas por lo que evita la compactación y lixiviación, regula la humedad, e inhibe la aparición de malas hierbas y hongos.
El material plástico es un excelente caldo de cultivo para la proliferación de la Juncia pues permite que se desarrolle con robustez, y al traspasar el material plástico, invade y se propaga a todo lo largo de nuestro cultivo.
Se puede instalar manualmente o con maquinaria adaptada, igual que los acolchados plásticos. Se puede perforar o ranurar para adaptarlo a cualquier marco de cultivo. Su duración efectiva varía entre 3 y 7 meses, dependiendo del clima y del riego.
¿Qué ventajas obtenemos al hacer uso del acolchado de papel biodegradable para cultivar apio en diversos entornos? Repasemos.
- En campo abierto: el laboreo se hace mucho más fácil y hace que el riego por goteo sea muy eficiente y seguro, y reducimos insumos.
- En invernadero: mantiene en equilibrio continuo la temperatura del suelo, reduce enfermedades por humedad excesiva y mejora el entorno radicular.
- En huertos domésticos y urbanos: controla por completo los niveles de humedad, ayuda a conservar muy limpio todo el cultivo, y forma parte armónica y estética de todo este contexto agrícola; recordemos que este es un detalle importante para nuestras comunidades cercanas y eventuales consumidores locales.
- En terrazas, balcones y macetas: el material del acolchado de papel es muy conveniente para estos recipientes y contenedores, para evitar la resequedad y la compactación de la tierra y los sustratos, y además favorece la higiene de nuestros cultivos.
¿Por qué el acolchado de papel biodegradable es especialmente importante para cultivar apio?
Esta hortaliza requiere especiales cuidados durante todo su proceso de desarrollo. Un constante suelo fresco, suelto y húmedo, su sistema radicular superficial que debe ser monitoreado con continuidad para mantenerlo libre de malas hierbas y equilibrado dentro de los niveles adecuados de humedad y temperatura. Para esto utilizamos el acolchado de papel biodegradable, nuestro agente protector y estabilizador; además nos va a evitar la aparición de estrés hídrico. Al término del cultivo comprobaremos que el resultado de nuestra cosecha tendrá una calidad superior.
Tiempos de cosecha y almacenamiento del apio.
Estos tiempos deben ser lo más exactos posible para lograr pencas robustas y de hermoso color, bien desarrolladas y de dulce sabor. El momento de la cosecha puede variar según la variedad, las condiciones climáticas, las técnicas de cultivo que hemos llevado a cabo, los entornos que hemos dispuesto para el sembrado y cómo hemos manejado cada etapa del crecimiento hasta este momento: la cosecha. Analicemos estos tiempos.
A partir del momento en el que sembramos las semillas, haremos un cálculo aproximado de 120 a 180 días para levantar el cultivo. Si hemos hecho trasplante, calculamos entre 70 y 100 días, de acuerdo a la variedad que hemos elegido.
Si habitamos zonas con climas primaverales ligeros y necesitamos cosechar nuestros apios entre los meses de Junio y Agosto, debemos hacer los trasplantes durante Marzo y Abril.
En regiones con otoños templados, haremos los trasplantes durante Agosto y Septiembre, para levantar la cosecha entre Noviembre y Diciembre.
Si elegimos cultivar apio en invernadero, tendremos la ventaja de poder escalonar la producción y adelantar o extender nuestras cosechas.
¿Qué indicadores debemos tomar en cuenta para determinar el tiempo justo de la cosecha?
Cuando el apio logra una altura entre 30 y 60cm y las pencas se presentan bien desarrolladas, verticales, gruesas y firmes, de color verde claro sin manchas o tonos amarillentos, o un tono blanquecino, en caso de haber hecho blanqueo.
La textura de los tallos debe ser crujiente, no fibrosos ni excesivamente blandos y el cogollo central debe estar cerrado o apenas abierto. Si la planta entra en la fase inicial de la floración, debemos cosechar de inmediato.
Si hemos sembrado en huertos domésticos o pequeñas parcelas, podemos hacer cosechas escalonadas, cortando las plantas más desarrolladas y permitiendo que las más pequeñas continúen su evolución.
Cuando vamos a cultivar apio con fines comerciales o a gran escala, es recomendable hacer una cosecha en uno o dos tiempos, de acuerdo al grado de uniformidad que observamos en nuestro cultivo.
Cosechando apio en campo abierto.
¿Qué horas son propicias para levantar la cosecha?
Las primeras horas de la mañana y al caer el sol. Ambos momentos serán perfectos. Es muy importante evitar hacer las cosechas durante las altas exposiciones de luz solar, pues es muy posible que el calor deshidrate los tallos y la textura se vea afectada.
Almacenamiento adecuado para el apio.
Estudiemos ahora cuál es el almacenamiento más apropiado para conservar nuestros apios en excelentes condiciones después de cosecharlos.
Tengamos en cuenta que el apio es una hortaliza altamente perecedera por su alto contenido en agua, por la estructura delicada de sus pencas, su sensibilidad a la deshidratación y la emisión de etileno, y todo esto exige un almacenamiento conveniente para mantener la calidad y prolongar en la mayor medida posible su vida útil.
Veamos algunos pasos esenciales que debemos implementar.
Manipulación inmediata tras la cosecha.
Evitar daños mecánicos al separar las pencas. Las cortamos delicadamente con un cuchillo afilado y desinfectado y evitando rasgar la estructura.
Trasladamos la cosecha inmediatamente a un lugar sombreado.
Eliminaremos las hojas exteriores dañadas o amarillentas y vamos a sacudir suavemente la tierra adherida.
La temperatura adecuada para conservarlas oscila entre 0° a 2°C, con una humedad relativa alta de 95° a 100°C, y vamos a disponer de un espacio ventilado y sombreado para evitar condensación y hongos. La emisión de etileno es irreversible para el apio, por lo cual no debemos almacenarlos en la misma zona de las manzanas, plátanos y tomates.
Almacenamiento en refrigeración o cámara fría.
Para almacenar estas hortalizas con fines comerciales y en grandes volúmenes, haremos uso de cámaras frías o refrigeradores, en donde mantendremos nuestra cosecha limpia durante 3 a 4 semanas, colocándolas en cajas plásticas con buena ventilación o en envases perforados. De esta manera no perderán su frescura y podrán conservarse en condiciones adecuadas.
Almacenamiento en frigorífico doméstico.
En caso de que hayamos cosechado nuestro apio en huertos familiares, urbanos, o en espacios más reducidos, es recomendable envolver los tallos en un paño húmedo o usar una bolsa perforada de papel y guardarlos en el cajón de verduras alrededor de 7 a 10 días.
Aquí presentamos también algunos consejos útiles que nos pueden servir de mucha ayuda:
- No lavar el apio antes de almacenarlo si no vamos a consumirlo de inmediato.
- Evitemos el exceso de humedad superficial para prevenir la aparición de moho.
- No congelemos el apio pues pierde textura y ablanda al descongelar.
Plagas y enfermedades comunes que debemos tomar en cuenta antes de cultivar apio.
El apio, como bien lo hemos mencionado, es una hortaliza susceptible al contagio de plagas y enfermedades que pueden comprometer su calidad y rendimiento.
El hábito de llevar un mapa de ruta o una bitácora de cultivo, en el que anotemos periódicamente todos los eventos que se suceden durante el proceso del sembrado como nutrientes añadidos en cada fase, podas y enmiendas del suelo, control de los niveles de humedad y riego, resultados en el desarrollo radicular, foliar, florar y fechas de aparición de los primeros frutos así como el crecimiento paulatino de la estructura de cada planta.
Es recomendable crear una lista de eventos diarios para definir claramente nuestro récord agrícola, lo que nos dará garantía de poder controlar y manejar tanto estos eventos como los imprevistos que puedan presentarse.
Estudiemos las Plagas comunes al apio.
Pulgones (Aphis spp.).
Insectos pequeños, de color verde, negro o marrón, que se agrupan en el envés de las hojas y brotes jóvenes. Se alimentan chupando la savia, lo que provoca hojas deformadas, enrollamiento y debilitamiento general de la planta.
Daños:
Transmiten virosis. Excretan melaza, que favorece el crecimiento de negrilla (hongos negros).
Control ecológico:
- Depredadores naturales: mariquitas, crisopas, sírfidos.
- Extracto de ortiga o jabón potásico como tratamiento foliar.
- Rotación de cultivos y eliminación de plantas hospedantes cercanas.
Minadores de hoja (Liriomyza spp.).
Pequeñas moscas cuyas larvas excavan galerías en el interior de las hojas. Se detectan por líneas irregulares blancas que recorren la superficie foliar.
Daños:
Disminuyen la capacidad fotosintética. Debilitan la planta y facilitan infecciones secundarias.
Control ecológico:
- Trampas cromáticas amarillas para capturar adultos.
- Eliminación de hojas afectadas.
- Fomento de enemigos naturales como Diglyphus isaea (avispa parasitoide).
Mosca del apio (Euleia heraclei).
Mosca específica del apio y otras umbelíferas. Las larvas excavan galerías visibles en los pecíolos y hojas.
Daños:
Tallos debilitados, con zonas acuosas y marrones. Disminución del valor comercial.
Control ecológico:
- Recolección temprana de plantas afectadas.
- Rotación de cultivos y uso de mallas antiinsectos.
- Introducción de parasitoides naturales si están disponibles localmente.
Trips (Frankliniella occidentalis, Thrips tabaci).
Insectos diminutos, de cuerpo alargado, que raspan los tejidos vegetales. Prefieren ambientes cálidos y secos, comunes en invernaderos.
Daños:
Manchas plateadas o blanquecinas en hojas. Deformaciones en hojas jóvenes.
Control ecológico:
- Aumentar la humedad en el entorno.
- Trampas adhesivas azules.
- Aplicaciones foliares con extracto de neem o infusión de ajo.
Gusanos grises o cortadores (Agrotis spp.).
Larvas de mariposas nocturnas que permanecen en el suelo durante el día y se alimentan por la noche.
Daños:
Cortan plántulas por la base, causando pérdidas en la fase de implantación del cultivo.
Control ecológico:
- Colocación de collares físicos protectores alrededor del tallo.
- Aplicación de Bacillus thuringiensis (Bt) si se detecta población larvaria.
- Mantener el suelo aireado y libre de restos vegetales en descomposición.
Analicemos las enfermedades comunes en el cultivo de apio.
Por su alto contenido en agua y su crecimiento en condiciones húmedas, el apio es propenso al contagio de diversas enfermedades fúngicas, bacterianas y fisiológicas. Estas enfermedades pueden afectar la calidad comercial de las pencas, reducir el rendimiento, y en casos extremos, logran destruir completamente el cultivo. Para evitar esto recomendamos planificar una prevención detallada, diagnosticar a tiempo cualquier eventualidad, y hacer uso de métodos naturales y culturales para frenar su propagación.
Septoriosis del apio (Septoria apiicola).
Causa:
Hongo que afecta las hojas, especialmente en condiciones de alta humedad y baja ventilación.
Síntomas:
- Manchas redondeadas de color marrón claro a grisáceo, con borde oscuro.
- Se desarrollan primero en las hojas inferiores y ascienden.
Prevención y control ecológico:
- Rotación de cultivos con especies no umbelíferas.
- Evitar el exceso de riego por aspersión y mantener la ventilación.
- Aplicaciones preventivas con extractos de cola de caballo o azufre mojable ecológico.
Mildiu (Peronospora spp.).
Causa:
Oomiceto que prolifera en climas frescos y húmedos, sobre todo en invernaderos mal ventilados.
Síntomas:
- Manchas amarillas en el haz de las hojas, con una especie de moho grisáceo en el envés.
- Pérdida de vigor y rápida propagación si no se controla.
Prevención y control ecológico:
- Mejorar la ventilación en el cultivo.
- Evitar riegos nocturnos o excesivos.
- Tratamientos foliares con infusión de ajo, cola de caballo o bicarbonato potásico ecológico.
Pudrición blanda bacteriana (Erwinia carotovora).
Causa:
Bacteria que infecta a través de heridas o daños mecánicos, favorecida por la humedad excesiva.
Síntomas:
- Tallos acuosos, blandos, con olor desagradable.
- Aparece principalmente en la base de la planta y se extiende hacia las pencas.
Prevención y control ecológico:
- Evitar el exceso de humedad y encharcamientos.
- Recolectar con cuidado, sin dañar las plantas.
- No almacenar el apio húmedo o dañado.
Tizón de las hojas (Cercospora apii).
Causa:
Hongo que afecta principalmente las hojas en climas cálidos y húmedos.
Síntomas:
- Manchas pequeñas, angulosas y grisáceas en las hojas.
- Puede confundirse con septoriosis en fases tempranas. La septoriosis es una enfermedad fúngica que afecta principalmente el sistema foliar de muchas especies vegetales, incluyendo hortalizas como el apio (Apium graveolens), el tomate y los cereales.
Prevención y control ecológico:
- Eliminación de restos vegetales infectados.
- Mejora del drenaje y ventilación.
- Tratamientos foliares con biofungicidas naturales como extracto de ortiga o compost fermentado.
Necrosis apical (enfermedad fisiológica).
Causa:
Carencia de calcio en los tejidos jóvenes, asociada a fluctuaciones de humedad o desequilibrios de nutrientes.
Síntomas:
- Oscurecimiento del ápice de los pecíolos, seguido de tejidos blandos y colapsados.
- Aparece en etapas de crecimiento rápido.
Prevención y control ecológico:
- Aporte regular de calcio orgánico (cáscara de huevo molida, cal dolomítica).
- Riego uniforme, constante y controlado, evitando alternancias de sequía y exceso de irrigación.
- Evitar excesos de nitrógeno, que compiten con el calcio en la planta.
Las enfermedades del apio pueden ser graves si no se detectan a tiempo, pero con un manejo ecológico bien planificado es posible prevenirlas y controlarlas con efectivos resultados. Es fundamental tomar notas para atender en los tiempos precisos, eventos esenciales como son la rotación de cultivos, la desinfección del suelo y llevar a cabo las enmiendas que sean necesarias, el control de la humedad, la ventilación adecuada, el uso de preparados naturales y el fortalecimiento del suelo con los nutrientes adecuados. Estos pasos son cruciales para mantener nuestro cultivo sano y productivo.
Reflexiones finales.
En nuestro espacio agrícola de hoy hemos estudiado cómo cultivar apio. Sin embargo, nos hemos abierto a la oportunidad de conectarnos con una hortaliza que lleva una profunda carga simbólica y ritualística, medicinal y culinaria.
Apareciendo en la naturaleza inicialmente como apio silvestre, desde sus orígenes ancestrales ha sido muy valorado en el tiempo por diversas civilizaciones y todas ellas han permitido que este aprendizaje continuo de cultivo llegue a nuestros días como una expresión de agricultura extendida a través de todo el planeta.
Hoy, podemos cultivar apio desde grandes extensiones hasta en macetas, y en todos los entornos recibimos una gran satisfacción y productividad, para comercializar o compartir con nuestros cercanos.
Siguiendo nuestro mapa de ruta hemos aprendido que cultivar apio es un proceso vivo que nos pide observación, paciencia, constancia, y forma parte de uno de los modelos clave dentro de la agricultura ecológica, en la que el acolchado de papel biodegradable juega un rol vital como agente indispensable para las prácticas agronómicas limpias, y para asegurar el equilibrio, la sanidad y la excelente calidad de este y cualquier otro cultivo que podamos emprender.
Es por esto que todos apostamos por la agricultura de hoy y de mañana, resiliente, sostenible y en total armonía con la naturaleza.